Para los más atrevidos, ha llegado el momento de innovar y sustituir la habitual patata amarilla por la de color azul. Y es que la patata azul no es muy conocida en Europa, cuya presencia se reduce fundamentalmente a platos elaborados en la alta cocina. Aunque resulta más difícil de encontrar y a un precio superior, no es una idea descabellada adquirir unos pocos ejemplares para probar y aportar originalidad a nuestros platos.
Su nivel de antioxidantes es similar al de las coles de Bruselas o los arándanos
Originaria de Sudamérica, sobre todo Perú, el color azul o morado de este tubérculo responde a que tiene una alta presencia de antocianinas. El sabor de la patata azul no difiere de la patata tradicional y los modos de presentación en la mesa son similares a los de su hermana más conocida, dado que la preparación culinaria es igual.
Las diferencias comienzan al atender a sus propiedades sobre nuestro organismo. La principal es la elevada cantidad de antioxidantes que contiene la patata azul, al contrario que la patata blanca, en un nivel que se asemeja al de las coles de Bruselas, espinacas e incluso arándanos.
Este poder antioxidante de la patata azul es muy beneficioso para regular la tensión arterial y reducir la enfermedad coronaria. Puede resultar un efectivo antiinflamatorio y antidiabético, además de prevenir la aparición de cánceres y tumores. Su actividad antioxidante además mejora la agudeza visual y potencia el funcionamiento del cerebro.
En cuanto a su presentación en plato, pueden cocinarse con las mismas técnicas utilizadas para la patata tradicional, esto es, cocida, asada o frita. Su color será el que despierte el interés de nuestros comensales y aporte un toque muy original y divertido a nuestras recetas.
Presentación
Por poner solo algunos ejemplos, podemos probar a hacer croquetas con patatas azules, puré de este producto, guarnición para guisados, pastel salado en el que colocaremos las rodajas sobre un hojaldre y añadiremos queso de cabra, tomillo, perejil, pimienta negra y aceite de oliva, o un minicapuccino de patatas azules con espuma de gorgonzola, si optamos por platos más elaborados.
Como en otros casos, existen en el mercado productos procedentes del exterior cuya apariencia por desconocida nos sorprenden y pueden resultarnos útiles para variar en la cocina, y la patata azul es un ejemplo perfecto.