Algunos responderán que se convierte en músculo o en energía. Aunque no carente de lógica, esta respuesta es errónea. Según ha demostrado un estudio realizado por dos expertos de la Escuela de Biotecnología y Ciencias Biomoleculares de Australia, la grasa que perdemos sale al exterior en forma de dióxido de carbono expulsado a través de los pulmones.
Los pulmones la expulsan en forma de dióxido de carbono
Aunque resulte difícil de creer, el pulmón es uno de los principales actores en nuestro proceso de pérdida de peso. La razón se encuentra en el proceso por el que nos liberamos de esos kilos de más. En cifras, para quitarnos 10 kilos de grasa es necesario inhalar 29 kilos de oxígeno, lo que inicia un proceso metabólico.
La inhalación de esta cantidad de oxígeno hace reaccionar a nuestro cuerpo, que produce 28 kilos de dióxido de carbono y 11 kilos de agua. El dióxido de carbono se expulsa a través de los pulmones, mientras que el agua sale de nuestro cuerpo mediante la orina, las heces, el sudor, las lágrimas y otros fluidos corporales.
Según esta teoría, alguno podría pensar que simplemente con respirar más y más rápido se adelgaza, pero los autores del estudio tumban estas vanas esperanzas. En realidad, lo único que conseguiríamos con esta técnica sería sufrir mareos o pérdidas de consciencia. Los más preocupados por el medio ambiente podrían añadir las consecuencias favorecedoras del cambio climático.
Deporte
La manera más efectiva, aunque nos cueste reconocerlo, es hacer deporte. Cuando practicamos algún tipo de ejercicio, nuestra tasa metabólica se incrementa, por lo que nuestro organismo necesita más oxígeno y, en consecuencia, produce más dióxido de carbono. Esta reacción nos hace perder peso.
No serviría con respirar más y más rápido para adelgazar
En cifras, los autores del estudio recuerdan que caminar eleva tres veces nuestra tasa metabólica en reposo, cifra que se eleva a 3,5 si se practica sexo. Más efectivo pareces ser subir una cuesta prolongada en bicicleta, cuando nuestra tasa metabólica se eleva nada menos que 12 veces.
Para los más reacios al chándal una buena noticia. Nuestro cuerpo pierde unos 200 gramos al día sin hacer nada aunque, en realidad, sí trabaja aun cuando dormimos, al crear nuevas células, hacer crecer el pelo o generar calor para mantener la temperatura corporal.