Su origen se remonta a una ancestral costumbre que se practicaba tanto en ámbitos institucionales como en los religiosos y privados. En épocas pretéritas, las votaciones se realizaban con habas. Los partidarios de tomar una determinada decisión ponían un haba blanca, mientras los contrarios utilizaban una negra.
El posterior recuento indicaba cuál era el resultado de una manera muy gráfica y clara, y de ahí que hoy día utilicemos esta expresión para dar a entender que un hecho es meridianamente verídico y que no cabe ninguna duda al respecto. Además, los comerciantes y privados realizaban las cuentas con este alimento, lo que reafirma su significado.
En otros tiempos, se tiraban habas a los novios para que tuviesen hijos varones
El haba es un producto bastante curioso porque ha tenido muy diferentes consideraciones a lo largo de la historia. Los egipcios consideraban que contenían las almas de las personas fallecidas y los campos donde se cultivaban eran la antesala donde los muertos esperaban su turno para surgir a la luz y reencarnarse.
Los griegos siguieron el mismo camino y también le atribuyeron conexiones con los difuntos. En este caso, existían dos teorías encontradas. A Pitágoras se le atribuye la que defiende que este producto tenía la marca del diablo, y que era mejor evitar su consumo a toda costa para no molestar a los difuntos.
Plinio, en cambio, creía que tenían poderes para comunicarse con los parientes difuntos. Está documentado que en algunas bodas se arrojaban habas a los novios, con la supuesta intención de que engendraran hijos varones que reencarnaran las almas de sus familiares antepasados.
Los romanos no fueron ajenos a estas creencias, y le confirieron el carácter de alimento funerario, por lo que su consumo era un mal presagio. De hecho, hoy día en Italia se celebra el día de los Fieles Difuntos, cuando es habitual comer este alimento.
Popularización
Poco a poco, el haba ha ido perdiendo este sentido maldito aunque todavía costó mucho que se convirtiera en un ingrediente más de nuestra dieta, tal como sucede en la actualidad. En la Edad Media solo las consumían secas las clases más pobres, pero en el siglo XII, popularizado la ingesta de productos frescos, las habas recuperaron su esplendor al ser acompañamiento de refinados platos renacentistas.
En la actualidad, aun no siendo un alimento muy presente en nuestros platos, ha perdido todo carácter esotérico y a nadie sorprende verlas acompañadas con jamón en un plato.