Un buen recurso es preparar un plato de ensalada de patatas, pasta o marisco con mahonesa. Separada en montículos, habría que añadir vegetales cortados en fino, o frutas y vegetales redondos cortados por el medio. Según el tipo de comida a adornar, se pueden utilizar pepinos, calabaza amarilla, tomates o uvas sin semillas. Si añadimos esta mezcla a nuestro plato seguro que conseguimos sorprender a los comensales.
Otra buena opción son las rosas de vegetales. En este caso, el material más utilizado por fácil es el rábano. La técnica consiste en mantener el tallo intacto y cortar el resto en rodajas verticales con el grosor que consideremos oportuno. El truco posterior es colocar el resultado en agua con hielo durante varias horas, y conseguiremos un bonito recurso decorativo para dar otro look a nuestro plato.
La guarnición siempre da mucho juego en el terreno de la decoración
Tallar los alimentos es una gran idea para mejorar nuestras presentaciones y, de tener tiempo, se pueden realizar auténticas obras maestras. Sin llegar a ser artistas, podemos recurrir a trabajos más sencillos pero con unos excelentes resultados. Los barcos de sandía o piña se convierten en un recipiente idóneo para comidas como las ensaladas, que hasta parecerá que saben diferente.
Lo tradicional tampoco está reñido con el buen gusto, y en este ámbito la guarnición es la reina indiscutible. La carne adquiere una poderosa capacidad de atracción si la acompañamos con un anillo de patatas asadas con trozos de zanahoria. Este anillo también admite otros ingredientes, como el arroz o los fideos aderezados con especias acordes al tipo de carne y rociados con la salsa o el jugo del asado.
Una solución más rápida y sencilla para animar un plato y la comida es utilizar hojas verdes. La col rizada, la lechuga y otras verduras similares aportan el color necesario a nuestra presentación alegrarla.
Flores comestibles
Existe una versión más sofisticada, que consiste en utilizar flores comestibles. Para ello, podemos valernos de brotes de calabaza, claveles o flores de trébol rojo que, aunque nuestra primera reacción sea colocarlos en un costado del plato, si finalmente los probamos descubriremos nuevos sabores que enriquecen al alimento principal.
Estas ideas pueden servir muy bien para contagiar a nuestra gastronomía de un espíritu más divertido y hacer disfrutar a nuestros invitados, puesto que siempre se ha dicho que también se come con los ojos.