Y es que un estudio ha demostrado que consumir azúcares añadidos sube más la tensión que la sal. Los responsables de esta investigación son expertos estadounidenses que han trabajado en un estudio sobre los efectos del azúcar en el corazón. Su principal conclusión es que los añadidos, es decir, aquellos que no se encuentran de forma natural en los alimentos, tienen una capacidad mayor que la sal de incrementar la tensión arterial.
La principal culpable es la fructosa, presente en la mayor parte de los alimentos procesados
La principal causante de este efecto es la fructosa. El azúcar de mesa está compuesto por dos monosacáridos, la glucosa y la fructosa, y parece que esta última concentra el mayor peligro. Hay que recordar que la mayor parte de los alimentos procesados que incorporan azúcar se valen sobre todo de la fructosa.
Así, productos tan comunes como los refrescos o las bebidas de fruta se elaboran con sirope de maíz, que tiene altos niveles de fructosa. Los investigadores estudiaron a un grupo de personas para concluir que aquellas que tenían altos consumos de azúcar durante ocho semanas o más presentaban mayor riesgo de padecer enfermedades relacionadas con el corazón.
En concreto, observaron que aumentaba de manera significativa la presión sistólica y la presión arterial diastólica, con el consiguiente efecto negativo sobre el corazón. El estudio afirma que consumir el 25% o más de calorías de azúcar multiplica por tres el riesgo de morir por enfermedad cardiovascular.
Según indican los investigadores, incluso si la alta ingesta de azúcar se realiza por un periodo corto existe la posibilidad de que repercuta sobre nuestra salud cardiovascular. Esto es así porque la fructosa consumida de manera excesiva aumenta la frecuencia cardiaca, el gasto cardiaco, la retención renal de sodio y la resistencia cardiovascular.
Presión arterial elevada
Todas estas reacciones pueden interactuar entre sí para elevar la presión arterial y aumentar la demanda de oxígeno del miocardio. Reducir la ingesta de azúcar añadido, por lo tanto, devolvería el funcionamiento natural que necesita el corazón para funcionar correctamente, con lo que se eliminaría el riesgo de enfermedades cardiacas.
No obstante, el estudio incide en que sus resultados se refieren únicamente a los azúcares añadidos que se utilizan en los alimentos procesados. Los que se encuentran de manera natural en, por ejemplo, las frutas no solo no son perjudiciales, sino que son una alternativa muy beneficiosa para nuestro organismo.