Resulta que el cocinero Dani Montia (Montia de El Escorial que se puede leer aquí) publicó en twitter, hace unos días, “El Señor Enrique Tevar no creía importante llamar para anular. Dos veces confirmada… con dos c…” Y de nuevo encendió las sensibilidades en las redes hasta el punto que Beatriz Pablos del Mirador de Ulía escribió que a ellos les habían fallado 3 sin avisar y que deberían hacer una “lista negra” de las personas que no aparecen en los restaurantes.
Cada cierto tiempo sale la historia y nadie parece que quiere dar el primer paso. Los restaurantes de altura normalmente confirman por teléfono tu reserva. Hasta tres veces me han llegado a llamar para confirmar la hora de llegada en alguno. E incluso hay quien te dice que si no les coges pueden anular tu mesa porque sí. Drásticos.
Pero es que nadie termina de encontrar la solución ideal y no se entiende. Porque con tanto congreso, tanta reunión y tantas veces que se encuentran cocinando grandes cenas ¿por qué no son capaces de llegar a una solución común?
Lo de la lista negra puede que no surta efecto nunca, al fin y al cabo uno no está obligado a dar su nombre verdadero cuando hace la reserva porque a nadie le piden el carnet cuando se presenta en el restaurante. Algún restaurante ya tiene su lista negra propia y pueede que te encuentres en ella sin que lo sepas porque alguien ha reservado con tu nombre. Con cuántos Felipes González te puedes llegar a encontrar. Lista negra de teléfonos tampoco parece que funcione, con cambiar de teléfono cuando haces la reserva te vale.
Lo más sencillo es tarjeta de crédito y cargo de dos menús degustación. Lo hacen los hoteles y a nadie le extraña ¿por qué no pueden hacerlo los restaurantes? Sencillamente porque nadie se atreve a dar el primer paso. Si se pusieran de acuerdo a nadie le extrañaría que se hiciera.
Pero hay otra fórmula y es la educación/prevención. Ni una sola vez de cuántos he reservado he oído a nadie decirme con claridad: “Si cree que no va a poder presentarse, por favor, llámenos siempre, en cualquier momento.” Lo que pasa es que también les da miedo poner la venda antes de la herida.
Es una situación casi diaria y siempre digo lo mismo, aunque dé mucha vergüenza hay que llamar siempre para decir que no puedes ocupar una mesa, lo he hecho y el resultado siempre es el mismo, un agradecimiento enorme por parte del restaurante, casi más que cuando llamas para reservar.