La gran mayoría, en cambio, tenemos suficiente con atender a los tiempos de cocción o a la preparación de un alimento. Sin embargo, algunos esconden pequeños secretos que pueden resultar válidos como anécdota o como truco para tratarlos.
Por ejemplo, son muy pocos los que pueden jactarse de no haber caído nunca en el error de llevarse a la boca ese pimiento que ya nos han avisado que pica. Nuestra reacción natural es apagar el fuego que sentimos con un buen trago de agua, sin resultado alguno. La razón es que el agua, en lugar de calmar este picor, lo extiende aún más.
Cuando nos toca un pimiento que pica, beber agua no solucionará nada
Los responsables de que el pimiento pique son unos compuestos denominados capsaicinoides y, dentro de ellos, destaca la capsaicina. Esta sustancia es incolora, inodora e insípida, pero tiene una inmensa capacidad de encender los receptores del dolor presentes en la boca que nos advierten de una temperatura alta.
Esta sustancia no es soluble en agua, que lo único que hace es extenderla. Para calmar el picor, lo mejor es ingerir nata o leche, aceite, o comer miga. Otra buena solución es beber alcohol, pero de alta graduación, como lo demuestra la tradición de unir chile con tequila.
Otra costumbre muy arraigada es echar limón al pescado, aunque quizá no conozcamos su origen. El pescado al consumirlo ya no está completamente fresco y comienza a formar aminas y amoníaco que le da ese característico olor. El limón es el mejor producto con el que contamos para contrarrestar esta reacción.
Una pregunta bastante habitual entre los aficionados a la verdura es por qué cambia de color al hervirla. La respuesta se encuentra en la clorofila que, además de darle su tono verde, también se puede degradar a altas temperaturas para transformarse en feofitina, con un color verde más apagado.
¿Y la nata?
Quienes se atrevan con platos más elaborados sabrán que la nata para montar sirve para cocinar, pero la destinada a la cocina no vale para postres. Esto es así por su composición. La nata es una unión de agua y grasa, y la que sirve para los pucheros tiene más concentración acuosa que le resta consistencia. La proporción de grasa de este tipo de nata es de un 20% aproximadamente, mientras que la montada tiene un 35%.
Estos pequeños secretos pueden ayudar a comprender un poco más nuestros productos y nos ayudarán a entenderlos y gozar de su preparación, además de servir como comentario anecdótico en una agradable reunión.