Un bollo de pan

Un pan ligeramente mojado, con un paño en el horno, perfecta solución [Foto: diariovasco.com]

Cocina

Trucos para aprovechar al máximo el pan duro

Nos guste o no, resulta muy habitual abrir el armario de nuestra cocina y encontrarnos con un buen trozo de pan del día anterior. Nos da pena tirarlo, pero creemos que no hay otra porque está inservible. Pero nada más lejos de la realidad.

diariovasco.com | 20/02/2015 |

El primero y más lógico es intentar que quede como recién horneado. Para lograrlo, hay que humedecerlo con unas gotas de agua y envolverlo en papel de aluminio. Diez minutos al horno y quedará como acabado de comprar en la panadería aunque, eso sí, es muy recomendable que se consuma pronto.

Fabricar nuestro propio pan rallado es una de las soluciones

Una variable es envolver el pan en un paño húmedo y comenzar a calentar el horno. Cuando haya alcanzado una temperatura alta, debemos apagarlo. Desenvolvemos el pan y lo introducimos durante cinco minutos en el horno apagado, y conseguiremos darle una nueva vida.

La aparición del microondas en nuestros hogares ha dado lugar a variables de recetas tradicionales que también afectan al pan. En este caso, deberemos introducir el pan duro en una bolsa de plástico y doblarla para que quede cerrada. Después solo será necesario introducirlo durante un cuarto de hora en el microondas y el resultado será similar.

Sin necesidad de utilizar estas técnicas, podemos aprovechar el pan duro en la misma situación en la que está. Primero deberemos cortarlo en rebanadas, para después untarlas de mantequilla y añadir la mermelada de un sabor de nuestro gusto.

En paralelo, en un bol se echan dos yemas de huevo y se baten al tiempo que se le añade leche fría. Una vez conseguida una mezcla homogénea, se vierten encima de las rebanadas ya preparadas con la mantequilla y la mermelada. Éstas se introducen en el horno a 150 grados durante 15 o 20 minutos, y tenemos un exquisito desayuno o postre.

Pan duro, también de acompañamiento

Otra forma de reutilizarlo consiste en convertirlo en aderezo para sopas. Se corta en rebanadas y luego en cubitos, y se los impregna de margarina. Se tuestan en el horno, se les deja enfriar y solo queda introducirlos en el congelador y utilizarlos en el momento adecuado. Una variable es cortar el pan en tiritas, untarlas de margarina, espolvorearlas de queso rallado y meterlas en el horno hasta que se gratinen.

Y siempre queda la alternativa de fabricar nuestro propio pan rallado. El método consiste en cortarlo en rodajas y meterlas en el horno. Una vez bien tostadas, las pasaremos por el rallador y las moleremos hasta alcanzar el tamaño deseado.

Con estos trucos desaparecerán esos molestos trozos sobrantes de pan de nuestra alacena, y conseguiremos a la vez tranquilizar nuestra conciencia.

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