Todos hemos leído o escuchado muchos datos sobre este asunto pero, ¿sabemos cuántos tipos hay de este elemento líquido y para qué están indicados? Una clasificación general distingue entre las minerales naturales, las de manantial y las preparadas. El agua de manantial se extrae del interior de la tierra y es sometida al mínimo tratamiento para asegurar su potabilidad. Si bien conserva un elevado grado de pureza, no se ha demostrado que tenga efectos beneficiosos sobre el organismo al margen de la recomendación de beber abundante agua todos los días.

Las aguas de mineralización débil van bien con todo tipo de comidas

El agua preparada ha sido objeto de múltiples tratamientos para conseguir que podamos beberla sin correr riesgo de que nos siente mal, lo que deberemos tener en cuenta en el momento de optar por un tipo u otro.

La última clase de agua y la más recomendable es la mineral. Al igual que la de manantial, esta agua tiene un origen subterráneo, pero en este caso ha sido protegida contra la contaminación y ha sido controlada para tener una composición constante de minerales y otros elementos. Esta especial atención le permite adquirir propiedades favorables para la salud.

Como norma general, es preferible elegir la que indique en la etiqueta que es muy débil de sales minerales y muy blanda. Respecto a este último aspecto, las blandas combinan muy bien con todo tipo de comidas, especialmente las ligeras. Pero si nos enfrentamos a un menú potente, el agua más dura puede ser una buena elección.

Sobre esta base, existen multitud de aguas minerales de diferente tipo en función del mineral que se le añada. Las bicarbonatadas ayudan a hacer la digestión y mejoran la actividad de la vesícula y el hígado, mientras que los que persigan mantener una piel perfecta y quieran resolver problemas del aparato digestivo deberán optar por las sulfatadas.

Cloro y sodio

Las aguas cloruradas tienen propiedades tranquilizantes y las ferruginosas están muy indicadas para personas con anemia. En el mercado también podemos encontrar aguas hiposódicas para quienes padecen problemas del corazón que, si se trata de hipertensión arterial, puede solucionarse con las sódicas.

Las cálcicas están destinadas sobre todo a niños en periodo de crecimiento, mientras que las fluoradas se utilizan para reforzar la salud dental. Son muchos los tipos de aguas minerales que se comercializa, y tan solo será necesario observar su etiqueta para elegir cuál nos conviene más.