Si bien la utilización que realizamos hoy día de la expresión popular ‘dar gato por liebre’ suele tener un sentido metafórico, lo cierto es que su origen es absolutamente literal. Eso sí, es necesario remontarse algunos siglos para encontrar la razón de esta frase hecha.
Se decía que los venteros daban carne de gato a quienes pedían liebre
Y es que antiguamente, las hospederías no tenían muy buena fama en general, pero ésta era mucho menor en lo que se refiere a las viandas que en ellas se dispensaban. Un rápido vistazo a la literatura de la época da muchas muestras de esta creencia generalizada.
Las técnicas fraudulentas que se atribuía a los venteros eran numerosas y la mayor parte de ellas se referían a la alimentación. La más extendida les acusaba de dar carne de gato a quienes pedían liebre. De ahí surge este conocido dicho que se aplica en situaciones en las que alguien intenta engañar en la calidad de una cosa por medio de otra inferior que se tiene mucho parecido.
No era, sin embargo, el único fraude que cometían, según aparece reflejado en escritos de la época. Verdad o mito, también se han documentado otras prácticas poco honradas en este gremio, como echar un asno en adobo y venderlo como ternera a los incautos clientes que ansiaban un buen plato.
Otro método que al parecer se encontraba bastante extendido, y que en ocasiones se ha trasladado hasta nuestros días, era servir platos cuyo contenido no se podía discernir con claridad. Los comensales no eran capaces de distinguir si comían conejo, liebre, cabrito o, como a veces ocurría, gato.
Conjuro
El clima de desconfianza se generalizó y convirtió a los propietarios de hospederías en sospechosos de cualquier práctica fraudulenta, especialmente en las comidas. Esta creencia arraigó de tal manera que llegó a hacerse habitual entre los comensales la práctica de un conjuro previo a sentarse a comer.
Reunidos en torno a la mesa y puestos de pie, los clientes recitaban la frase “si eres cabrito, mantente frito; si eres gato, salta del plato”. No se ha demostrado que en alguna ocasión el milagro se obrara y la comida escapara de la mesa, aunque los hechos aseguran que el gato podía convertirse en una alternativa muy utilizada aunque el comensal no lo supiera.