Dicen que el zumo, bien de sea de frutas, de verduras o de ambas combinadas, es la bebida de moda en la actualidad en todo el mundo. Las ‘celebrities’ estadounidenses se dejan fotografiar con ellos en la mano, existen máquinas dispensadoras de estos zumos, siempre frescos y coloridos… Y ya hay quien los compara con el ‘boom’ de los cafés y todos los negocios que surgieron a su alrededor en la década de los 90.

Esta moda, claro está, ha cruzado el charco y en Europa se han disparado desde hace varios meses la venta de licuadoras. Ahora que llega el buen tiempo y que las bebidas frías siempre apetecen más, sumado a que muchas personas quieren perder algo de peso de cara a la temporada estival, se dan todos los condicionantes para que el consumo de zumos de frutas y verduras crezca aún más.

Si el zumo de verduras queda amargo, una pizca de menta puede ser la solución

No obstante, conviene conocer algunos trucos para conseguir el zumo perfecto. Lo primero que es necesario para ello es, además de buena fruta, una óptima licuadora (no batidora ni exprimidor) que nos permita sacar lo mejor de sus ingredientes. A partir de ahí, siempre se puede sacar más jugo de las frutas y verduras ecológicas y, si éstas son de temporada, mejor. También hay que señalar que hay que lavar bien las piezas antes de licuarlas. Una vez licuada la fruta, además, se puede recuperar la pulpa y volver a licuarla para aprovechar todos los nutrientes de esos alimentos. Además, lo ideal es tomar el zumo nada más hacerlo pero, si no puede ser así, es aconsejable guardarlo en un recipiente de cristal.

Sólo los huesos grandes

La fruta normalmente no necesita ser pelada, salvo en el caso de los cítricos y aquellos frutos con piel especialmente gruesa, como es el caso del  melón, la piña o la sandía. Además, los huesos grandes, como pueden ser los de frutas como el melocotón o la ciruela, deben ser retirados antes de pasar la fruta por la licuadora.

En el caso de los zumos de verduras, no siempre tan conocidos, existe un remedio para cuando quedan demasiado amargos, algo que sucede con frecuencia: se le puede añadir una pizca de menta, o piezas de frutas como la manzana o la piña.