Los aceites aromatizados son un complemento muy frecuente en nuestra cocina. Se trata de una fórmula a utilizar muy fácil, rápida, aplicable a un gran número de platos y, sobre todo, efectiva. A pesar de llevar una dieta equilibrada y sana, es fácil recurrir a ellos y repetir el mismo producto varias veces al mes. Una buena forma de cambiar es añadirle nuevos sabores, y para ello el aceite con aroma es perfecto.
Existen dos formas de aromatizar un aceite. La primera de ellas consiste en echar al producto en frÃo las hierbas que prefiramos y dejarlo reposar un par de semanas o tres, removiéndolo de vez en cuando. Esta técnica conlleva el riesgo de que se nos forme una pequeña telilla, que de todos modos se puede retirar con facilidad si pasamos el aceite por un colador.
Para elaborar un aceite aromatizado, el aceite de oliva virgen extra es la mejor base
La segunda fórmula es calentar el aceite entre 40 y 50 grados, retirarlo del fuego y añadir las hierbas. La infusión resultante debe quedar en reposo unos minutos, hasta que la mezcla se encuentre completamente frÃa. En ambos casos, es recomendable utilizar aceite de oliva extra, pero que no tenga demasiado sabor para no condimentar las comidas en exceso.
Nuestras ensaladas y verduras adquirirán un sabor diferente y especial cuando las preparemos con estos aceites, pero no son su única aplicación. Carnes, pescados, arroces, pastas, foie gras y embutidos son ideales para probar esta técnica, sin olvidar el plato preferido por el aceite aromatizado, que es el carpaccio.
Hierbas para aceites aromatizados
En cuanto a las hierbas a utilizar, dependerá mucho de las preferencias de la persona responsable de la elaboración de la comida, pero hay algunas sugerencias que combinan a la perfección la naturaleza del alimento con el condimento que utilizamos para resaltarlo e incrementar su sabor.
El aceite de oliva picante es perfecto para pizzas, y tan solo necesitaremos cayenas, laurel y ajo. Las carnes al horno piden el obtenido tras añadir romero y hierbas provenzales, mientras que el pulpo y el arroz presentan una nueva cara si utilizamos aceite de azafrán.
Otras variedades son el aceite de ajos, de frutos secos, de naranja y limón, de hongos o de ahumados pero, en cualquier caso, quien tiene la última palabra será el cocinero o cocinera, cuya imaginación puede cambiar nuestra percepción de un alimento.