La elección entre azúcar blanco, azúcar moreno o sacarina es una de las grandes dudas en el sagrado momento del café. Aunque las tres aporten un sabor diferente al café o infusión, no es este el motivo por el que nos decantamos por uno u otro.
La gran diferencia entre azúcar moreno y azúcar blanco está en el tipo de calorías que aportan ambas. La sacarina, por su parte, no las tiene
Las diferencias entre el azúcar blanco y el azúcar moreno van mucho más allá de su color y empiezan en su composición nutricional. A diferencia de lo que la mayoría de la gente piensa, 100 gramos de parte comestible de azúcar moreno aportan aproximadamente unas 390 calorías, frente a las 400 calorías que hay en 100 gramos de azúcar blanco. La gran diferencia en este caso radica en el tipo de calorías que aporta cada uno. Sus diferencias arrancan en su obtención y elaboración.
El azúcar blanco es un producto que se extrae de la caña de azúcar y de la remolacha azucarera, y después es refinado. El azúcar moreno es producto de la cristalización del jugo de la caña de azúcar, y no conlleva procesado ni refinado. Es por ello que son conocidos también como azúcar refinado y azúcar integral.
En el proceso de refinamiento se pierden la mayoría de los nutrientes del alimento, lo cual ocurre también en el caso del pan, el arroz o la pasta, que siguen un proceso de refinamiento. Como consecuencia, el azúcar blanco solo conlleva un aporte de calorías vacías, lo que lo hace tremendamente rico en calorías, sin aportar ningún valor nutricional a nuestro cuerpo.
A diferencia del azúcar moreno, que aporta diferentes vitaminas del grupo B, además de minerales como, el calcio, el potasio, magnesio y sodio.
La opción menos calórica
Aunque no se observe una gran diferencia calórica entre el azúcar blanco y el azúcar moreno, lo cierto es que la sacarina sí que dista mucho de estas dos. Si comparamos el aporte calórico de forma proporcional, el azúcar contiene cuatro calorías por gramo, los edulcorantes artificiales, como la sacarina, no tienen ninguna.
Aunque no se debe caer en el error de que la sacarina es más sana. A pesar de contener menos calorías, los edulcorantes artificiales son perjudiciales para el microbiona, es decir, los microorganimos que tenemos en el estomago.
Se ha comprobado que su consumo continuado provoca modifica las bacterias de la flora intestinal, generando intolerancia a la glucosa. Es decir, el consumo de este tipo de edulcorante aumenta el riesgo de padecer diabetes, además de obesidad.
En casos de obesidad o diabetes, los edulcorantes artificiales son un elemento de consumo restringido.
En todo caso, y ante la falta de información comprobada a largo plazo de los efectos secundarios de los edulcorantes, la OMS recomienda no superar los 25 gramos de azúcar al día.