En ensalada, zumo, frito, fresco o triturado. Lo que los aztecas conocían como el ‘fruto con ombligo’ encuentra su mejor momento en verano, convirtiéndose en el aliado ideal de cualquier aperitivo o comida estival. Al igual que existen muchas formas de disfrutar del tomate, existe un gran número de beneficios que aporta a nuestra salud.
El aumento en los niveles de ácido úrico, uno de los pocos inconvenientes del tomate
Varios estudios han demostrado los beneficios del consumo de esta fruta, muy relacionados en su mayoría con una enfermedad cada vez más común en nuestra sociedad, el cáncer. En 2012 la revista ‘British Journal of Nutrition’ publicó un estudio realizado por la Universidad de Porstmouth (Reino Unido). La investigación se centró en el poder del licopeno, un compuesto presente en el tomate, que lo dota de ese característico color rojo intenso.
El potencial antioxidante de esta sustancia presenta la capacidad de ralentizar el crecimiento, llegando incluso a matar, las células del cáncer de próstata. El licopeno actúa directamente en la angiogénesis, proceso por el cual el tumor genera nuevos vasos sanguíneos que alimentan el tumor y permiten que se reproduzca.
Además, el consumo regular del tomate, sirve también como protección en la posible aparición de un cáncer de mama; el cual es propenso a aparecer en las mujeres en etapa postmenopáusica. Su consumo ejerce un efecto positivo sobre el nivel de la hormona adiponectina, implicada directamente en la regulación del metabolismo de la grasa y el azúcar, como demostró un trabajo de la Universidad de Rutgers de Estados Unidos.
Tomate contra el ictus
En la misma línea de prevención y protección de enfermedades, la Universidad de Finlandia Oriental descubrió el efecto positivo en hombres en la prevención del ictus. En el estudio se comprobó que los hombres que comían tomates de forma habitual tienen menos riesgo de sufrir un derrame cerebral.
Como todo producto que nace de la tierra, la Universidad de Barcelona comprobó que el tomate ecológico es de mejor calidad que el tradicional, ya que ante la ausencia de abonos nitrogenados en su cultivo la planta se ve obligada a generar defensas, por lo que desarrolla un mayor número de antioxidantes.
Pero no son todo ventajas, y parece ser que uno de los grandes mitos que acompaña al tomate es cierto. Desde hace tiempo se arrastra la creencia de que el consumo de tomate en pacientes de gota desencadena episodios de dolor. Esta teoría ha sido corroborada por la University of Otago de Nueva Zelanda, que tras una investigación, ha observado que este producto aumenta los niveles de ácido úrico, causa subyacente de la gota.