En Gipuzkoa y Euskadi, la purrusalda y la sopa de pescado son seña de identidad de la gastronomía vasca, pero la sopa tiene un pasado milenario que demuestra que ya los antiguos conocían y degustaban sus propiedades.
Y es que los primeros orígenes de la sopa o, para ser más exactos, del caldo se remontan a la Prehistoria, cuando nuestros antepasados descubrieron que si sumergían un trozo de carne o verduras en agua caliente obtenían un rico alimento. Eran caldos rudimentarios con grandes beneficios, como alargar la vida de las dentaduras al quitarles el trabajo de masticar.
Francia, junto con Italia, pueden considerarse la cuna de la sopa actual en Occidente
Los primitivos utilizaban un sistema para calentar este alimento que en Euskadi se conservó hasta no hace tanto para que la leche adquiriera temperatura, y consiste en sumergir piedras calientes. Posteriormente, la presencia de la sopa disminuyó por no tener atractivo para los sucesores.
Así, no se han hallado restos que demuestren que los pueblos asiáticos posteriores fueran grandes consumidores de caldos, aunque los hebreos contemporáneos sí hervían carnes con cereales. Fueron los griegos quienes recuperaron tímidamente esta costumbre con una sopa de dudoso gusto, puesto que utilizaban sangre de animal con vinagre, sal y hierbas aromáticas.
Los romanos optaron por recetas menos agresivas elaboradas por sus pastores, que diariamente consumían este líquido elemento acompañado de cereales, garbanzos y verduras. Nerón reparó en esta costumbre y decidió incorporarla a su dieta diaria.
Pero el verdadero apogeo de la sopa se encuentra en Francia en el siglo XVI. Primero Francisco I y después Enrique II, ambos reyes se mostraron especialmente interesados por este alimento que occidentalizaron con ingredientes más cercanos a nuestra cocina tradicional y más apropiados para la sopa que conocemos hoy.
Hierbas aromáticas
En este tiempo histórico comienza a cocinarse los caldos con hierbas aromáticas como el orégano, el tomillo, la salvia y el hinojo. También en esta época se incorpora la mítica gallina que actualmente reina en el mundo sopero tradicional. La ternera, la cebolla, el ajo y el perejil fueron añadiéndose poco a poco para elaborar unas recetas más actuales.
Francia, junto con Italia, pueden considerarse la cuna de la sopa actual en Occidente. Sin embargo, la gran aceptación en estos países llevó a que los emigrantes expandieran su conocimiento por todo el continente europeo hasta llegar a nuestros días, en los que la sopa es objeto de refinamientos culinarios o alimento perfecto para envasarlo y convertirlo en comida rápida.