Se acerca el día en que los enamorados acostumbran a desayunar, comer o cenar juntos, en un ambiente romántico, y se suele prestar más atención en esta fecha a productos típicos de esta celebración: fresas, chocolate o marisco… A todos ellos se les atribuyen ciertas propiedades afrodisíacas. El término afrodisíaco, viene de la diosa griega Afrodita, diosa de la belleza y del amor por excelencia. A infinidad de alimentos se les otorga el poder de exaltar la libido, incitar al amor y se les denomina por ello afrodisiacos.

Plátanos, fresas, espárragos…

Desde la antigüedad se han utilizado productos para despertar el apetito sexual. Aún así, la ciencia y la medicina no han podido corroborar a ciencia cierta qué los alimentos, conocidos como afrodisiacos, lo sean realmente, pero, a pesar de ello, hay muchos que se consideran como tales. Es el caso de algunas frutas: plátanos, fresas, higos, frambuesas o piña son las principales frutas asociadas al deseo sexual. Las verduras y hortalizas más afrodisiacas son: espárragos, lechuga, rúcula, aguacates, zanahorias, ajos y la trufa. También las almendras, la canela o el anís son considerados alimentos que estimulan el deseo.

Las ostras son un
excelente afrodisíaco para el día de San Valentín

Y, cómo no, el marisco, en concreto las ostras, No se sabe muy bien si por el símil con los genitales femeninos o por una cuestión de cultura y costumbre, pero lo cierto es que la cultura popular afirma que las ostras son un excelente afrodisiaco. Asimismo, el vino estimula los sentidos y a la vez, relaja. En general se trata de alimentos ricos en vitaminas y minerales y muy vigorizantes que no deben de faltar en una comida o cena de San Valentín.

El chocolate es un clásico de San Valentín que ofrece dos combinaciones muy apetecibles y estimulantes: fresas con chocolate o chocolate con plátano.

San Valentín, santo ancestral

Muchos piensan que San Valentín es un invento de los centros comerciales pero lo cierto es que su origen se remonta a la época del Imperio Romano. San Valentín era un sacerdote que vivió en el siglo III en Roma, gobernada por aquel entonces por el emperador Claudio II, quien prohibió la celebración de matrimonios para los jóvenes, porque en su opinión los solteros sin familia eran mejores soldados. El sacerdote Valentín consideró que el decreto era injusto y desafió al emperador celebrando en secreto matrimonios para jóvenes enamorados (de ahí se ha popularizado que San Valentín sea el patrón de los enamorados). El emperador Claudio se enteró, encarceló al sacerdote y ordenó que le martirizaran y ejecutaran un 14 de febero.