El lúpulo, asociado generalmente a la fabricación y composición de la cerveza, es uno de esos nombre que conocemos y repetimos, pero cuyo significado probablemente no nos hayamos planteado.

El lúpulo funciona también como un protector contra las bacterias, alargando la vida de la cerveza

Seguramente cuando pienses en cerveza te vengan a la mente la malta, la cebada, la levadura y el lúpulo. Y es que junto con el agua, la flor de esta planta es uno de los ingredientes principales en la creación de la cerveza.

Esta flor es la responsable de dotar a esta bebida de su característico aroma y sabor amargo. Además, supone un protector contra las bacterias, lo que alarga la vida de la cerveza. Y es que sus propiedades van mucho más allá de ser un mero aromatizante.

Con orígenes medicinales, el lúpulo ha sido utilizado a lo largo de la historia como tranquilizante, remedio contra el insomnio o para combatir el dolor de cabeza, entre otras finalidades. Además, está también relacionado con el aumento de estrógenos u hormonas femeninas.            

No se conoce la fecha exacta en la que la receta de la cerveza comenzó a incluir el lúpulo entre sus ingredientes principales, aunque parece ser, que los romanos ya la hacían uso de la misma.

Perteneciente a la familia de las cannabáceas, la planta de lúpulo procede de Europa, Asia y Norteamérica, lo que contribuye a la obtención de diferentes tipos de lúpulo. Desde los más amargos a los más aromáticos, los maestros cerveceros escogen el tipo de lúpulo a utilizar en su creación dependiendo del resultado que quieran obtener.

¿Y la malta?

Entre los ingredientes principales de la cerveza destaca también la malta. Tras tener claro el origen del lúpulo es probable que en nuestra cabeza surja la duda del significado de ‘malta’.

Cuanto hablamos de la malta, doble malta, malta tostada… hacemos referencia al tratamiento que recibe el cereal en la elaboración de la cerveza. Cabe destacar que el malteado es indispensable a la hora de preparar una espumosa, ya que en caso de no ser así la levadura no fermentaría y no obtendríamos el resultado deseado.

En todo caso, maltear un cereal, normalmente de cebada, consiste en ponerlo a remojo para que germine y retirarlo del agua rápidamente. Después, se procede al deshidratado de los granos y el tostado, momento en el que dependiendo del nivel de tostado que se quiera obtener se someterá a una intensidad y duración o a otra.