El helado, imprescindible en verano

El helado, imprescindible para los calores del verano [Foto: diariovasco.com]

Helados

Si recuerdas estos helados de tu infancia, asúmelo: eres mayor

Los helados son un recuerdo más de nuestra infancia, de aquellos días en los que pasar horas y horas en el agua y disfrutar de nuestro sabor favorito al salir de la playa o la piscina.

diariovasco.com | 18/07/2018 |

¿Alguien concibe la infancia sin helado? Con palo, con chicle, con sorpresa… cada helado tenía su encanto y aunque muchos ya no estén en el mercado o hayan evolucionado, todavía genera cierta morriña encontrarse con un cartón enorme en el chiringuito de turno y ver en él nuestro sabor preferido de cuando éramos pequeños.

Quién no ha disfrutado del dulce sabor del minimilk y ha deseado que fuera un poco más grande. De nata, fresa o chocolate este helado siempre era una buena elección desde que apareciera por primera vez en el verano de 1977.

El mismo año veía la luz también el helado Drácula, una propuesta inolvidable, sobre todo para los padres y madres a los que les tocaba limpiar la camiseta después de que el niño la chorreara de helado. Su color negro hacia de él el terror de los padres, pero su exterior de refresco de cola y corazón de fresa hacia las delicias de los más pequeños. Del 77 eran también los limones y naranjas helados. Frutas en cuyo interior se podía encontrar helado del mismo sabor, un clásico en la carta de postre de muchos restaurantes.

A sus pasos les siguió el del frigopié, que llegó pisando fuerte en el verano de 1982 con su sabor de fresa y su divertida propuesta en la que te comías uno a uno cada dedo para terminar por el talón.

En 1986 aparecía el mikolapiz, con mina de chocolate. El primero de una ‘colección’ en la que después aparecerían el mikocola, el mikopete (un payaso con la nariz de chicle)… Además, al acabarlos te podías encontrar con que te había tocado otro de regalo.

Más helados de nuestra infancia

Pero estos no serían los únicos iconos de nuestros veranos. Poco después, en 1993, apareció el ya clásico pirulo. Con dos versiones de sabores diferentes este helado reinventó la idea de helado de hielo. El único secreto en este caso era comérselo rápido, ya que si no te dejaba la mano perdida y muy pegajosa, aunque era indudablemente uno de los más refrescantes.

También hubo otros helados de hielo emblemáticos, como el capitán cola, que combinaba varios sabores, o los fantasmikos, aún en el mercado. Son cinco minihelados de sabores diferentes que siempre te veías obligado a compartir.