La extensa y muy variada oferta contribuye en buena medida a fomentar su consumo y, para diferenciarla, se han establecido dos categorías principales, el pescado azul y el blanco. La diferencia entre ambos se concentra en dos aspectos que son la cantidad de grasas que contiene cada tipo y el aporte de proteínas, vitaminas y minerales de cada uno de ellos. En lo que respecta a la grasa, el tipo azul gana la partida, al presentar un 6% o más de elementos lípidos mientras que el blanco apenas alcanza el 5%.
Las grasas que aportan son sanas y de buena calidad
El hecho de que haya un mayor aporte de grasas en sí no es malo porque son sanas y de buena calidad. El pescado de cualquier clase nos proporciona ácidos grasos instaurados, sobre todo omega 3, que son esenciales para el correcto funcionamiento de nuestro organismo y que nuestro cuerpo no puede producir, por lo que debe coger del exterior.
Este tipo de grasas disminuye sensiblemente el riesgo cardiovascular, además de incrementar nuestra concentración y memoria y protegernos contra inflamaciones indeseadas. Además, el omega 3 nos ayuda a mantener intactas nuestras defensas y evitar caer en enfermedades por un estado alicaído.
Eso sí, el que tengan más grasas también significa un mayor aporte calórico. El pescado azul posee 200 kilocalorías por cada 100 gramos, mientras que el blanco no llega a las 100. A la hora de comprar salmón, atún, anchoas, caballa o sardina lo deberemos tener en cuenta si estamos bajo una dieta de adelgazamiento para intentar controlar las cantidades de estos pescados que consumimos.
Proteínas y vitaminas
La grasa no es la única diferencia entre ambos tipos. El aporte proteico y la cantidad de vitaminas y minerales de cada uno son diferentes, aunque hay que destacar que todos son fuente de proteínas de calidad, potasio, calcio, fósforo, y vitaminas B y D. En cualquier caso, el pescado azul vuelve a tener preminencia en este ámbito, al presentar más cantidades también de vitamina A, D y E.
Lo mismo ocurre con las proteínas, que en el caso del azul oscila entre un 18% y un 24%, mientras que el lenguado, la merluza, el gallo o el besugo esta proporción se reduce al 11-18%. No obstante, hay que insistir en la idea de que ambos tipos de pescado ofrecen cantidades suficientes para que nuestro cuerpo se mantenga sano, y serán los gustos de cada consumidor quienes finalmente decidan en la compra.