El truco está en ampliar nuestro recetario y lanzarnos a cocinar nuevos platos que, además de reducir nuestros desechos de huevo, nos hará quedar como auténticos maestros de la cocina ante nuestros invitados y familia. A modo general, un consejo útil para separar las yemas y las claras es verter el contenido del huevo en una mano bien limpia, y dejar caer la clara sobre la que se coloca debajo.
Las yemas son la base de algunos exquisitos postres: mantecados, huesos de santo, crema catalana…
Una vez separadas ambas partes, se utilizará aquella que indica la receta, mientras que el resto habitualmente se tira. Podemos aprovechar las yemas de mil maneras, muchas de ellas relacionadas con la repostería. Un clásico y un recuerdo de niñez imborrable es para elaborar las natillas caseras con la que hoy todavía soñamos.
Otro clásico en nuestras mentes son los mantecados, que asociamos a días más fríos, para lo que es necesario contar con la yema. Si nos actualizamos a la época del año actual, el helado de chocolate nos saldrá mucho más sabroso y cremoso si empleamos en la receta esta parte del huevo.
La repostería se nutre de este elemento de manera muy recurrente, como lo demuestra su presencia en la crema pastelera tradicional, las conocidas yemas de Santa Teresa o la también sobradamente extendida crema catalana. Más entrados en invierno, los huesos de santo o el turrón de yema no existirían de no ser por esta parte del huevo.
La repostería es un territorio conquistado por la yema de huevo, pero también se adentra en otras zonas como la coctelería, donde forma parte de los ingredientes para conseguir un excelente flip, o bebida que se caracteriza por incorporar huevo.
Si lo sobrante son claras, la repostería nos hará igualmente un gran servicio. El bizcocho que se elabora utilizando solo este componente asegura que mantendremos controlados los niveles de colesterol, mientras que es el ingrediente estrella de la tarta tiramisú, por no hablar del famoso merengue.
Otras aplicaciones culinarias
También tiene otras aplicaciones al margen de los postres, como el rebozado para preparar gambas a la gabardina, bolitas de brócoli, albóndigas de queso y nueces o soufflé de berenjenas.
El huevo se presenta como un alimento carente ya de los prejuicios que lo envolvieron, muy recomendable en nuestra dieta habitual y, como un punto más a su favor, totalmente aprovechable.