Un plato de arroz

El arroz, la perdición de aquella señora llamada Catalina [Foto: diariovasco.com]

Dichos populares

El incierto origen de la expresión “que si quieres arroz, Catalina”

El idioma castellano está plagado de dichos populares relacionados con la gastronomía cuyo significado conocemos y nos pueden resultar útiles para explicar determinadas situaciones, pero cuyo origen tal vez desconozcamos.

diariovasco.com | 06/07/2015 |

Es el caso de la expresión “Que si quieres arroz, Catalina”, sobre la que circula una historia que explica de dónde procede, aunque no ha sido del todo documentada. El relato se remonta al siglo XV, en los tiempos del reinado de Juan II de Castilla. En el pueblo de Sahagún, provincia de León, vivía un judío converso que estaba casado con una mujer llamada Catalina.

Esta esposa era conocida en la zona por su pasión por el arroz. Al parecer, no solo lo comía constantemente, sino que allá por donde pasaba comunicaba a todos las excelencias de este alimento. Incluso lo recomendaba como medicina capaz de sanar cualquier tipo de dolencias, en aquellos tiempos abundantes.

El destino hizo que le llegara el momento de probar sus consejos. Catalina contrajo una enfermedad mortal, que la debilitó por completo hasta el punto de dejarla postrada en la cama sin fuerza ni capacidad de levantarse ni de valerse por sí misma.

Las personas más queridas que la visitaban acudían con consejos médicos y con productos medicinales para tratar de hacerle sobrellevar de una manera más ligera la enfermedad. La encamada, en cambio, rechazaba cualquier tipo de medicina.

A los más allegados entonces se les ocurrió la idea de ofrecerle arroz, conocedores de la buena opinión que tenía formada sobre este producto y deseosos de que su consumo le procurara una mejoría más provocada por la idea de creer estar tomando la solución a sus problemas que por la capacidad real que tiene el arroz de curar enfermedades.

Sin respuesta

Dicho y hecho, los familiares se acercaron a la enferma y le preguntaron: “¿Quieres arroz, Catalina?”. La mujer se encontraba en un estado muy grave, y ya no le quedaban fuerzas ni para responder a la pregunta, por lo que sus seres más queridos volvieron a formulársela con un “que si quieres arroz, Catalina”.

Esta frase fue pronunciada en innumerables ocasiones durante el tiempo que duró la enfermedad, sin recibir ninguna respuesta de Catalina hasta que murió del mal. Por este motivo la utilizamos hoy día cuando nos encontramos en una situación en la que preguntamos algo y recibimos la callada por respuesta, o cuando pedimos que alguien realice algo que se queda sin hacer.

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