Los cuatro tipos de lechuga verde son la mantecosa, la de cabeza crujiente, la de hojas sueltas y la romana. La primera de ellas tiene hojas verdes con grasa y sabor suave, mientras que las de cabeza crujiente tienen un verde más pálido, como por ejemplo la iceberg.
La de hojas sueltas no crece en cabezas, sino que presenta hojas de verde oscuro unidas al tallo, y la romana tiene un sabor fuerte y textura crujiente, y habitualmente se sirve en las ensaladas César.
Esta última es la que contiene más vitamina A, un 17% del valor diario recomendado, frente a las proporciones algo más bajas del resto. Hay que recordar que esta vitamina cuida de nuestra visión, el crecimiento de los huesos, la reproducción, la división celular y de diversas funciones respiratorias, urinarias e intestinales, por lo que la ingesta de este tipo de lechuga resulta muy beneficiosa para nuestro organismo.En el extremo opuesto se encuentra la Iceberg que, no obstante, también proporciona nutrientes y ventajas para mantener una buena salud.
En el extremo opuesto está la iceberg, aunque también aporta nutrientes para una dieta saludable
Otro de los factores que convierten a la lechuga romana en la más conveniente son los antioxidantes, cuya presencia es más alta en este tipo junto con la lechuga de hojas sueltas.
Estos elementos están especialmente recomendados para prevenir enfermedades crónicas, como pueden ser las del corazón o el cáncer. Un motivo más para consumir lechuga romana es la elevada presencia de vitamina C, potasio, ácido fólico y luteína, mientras que la de hojas verdes se caracteriza por un gran aporte de vitamina K.
Además de los tipos, hay que tener en cuenta las hojas, que cuanto más oscuras más nutritivas. La razón es de tipo natural, dado que han recibido más luz y sintetizan más vitaminas y minerales, por lo que alimentan más.
No hay motivo para no prepararse una buena ensalada este verano que, por otra parte, nos ayudará a bajar peso porque es considerablemente baja en calorías, con un promedio de siete por taza.