Aunque no lo parezca, los higos tienen un alto contenido en agua, así como de fibra, con todo lo que significa. Pero no únicamente, tienen muchas sales minerales: magnesio, potasio, calcio; vitaminas A, varias de la clase B y también C. Además, son una fuente de hidratos de carbono debido a su gran concentración de sacarosa, fructosa y glucosa. Aquellas personas diabéticas o con altos índices de obesidad deben tener cuidado en su ingesta y no sobrepasarse en la misma.
Dado que contiene magnesio, los higos han estado y están presentes en la alimentación de los deportistas, porque esta sal mineral ayuda a la relajación de los músculos, incluido el músculo cardíaco. El médico Galeno aconsejaba comerlos a los atletas en la Grecia clásica, al igual que el romano Plinio les recomendaba tomar higos secos, que sólo podían reemplazarse por carne.
Era una de las frutas que se encontraban con facilidad en la Roma antigua, entre otras cuestiones porque la higuera tenía categoría de árbol sagrado. La loba Luperca dio de mamar bajo su sombra a Rómulo y Remo. Cantidades importantes de magnesio se pueden encontrar también en los frutos secos, alubias…
Desde los comienzos de la humanidad los higos han sido muy apreciados. Los antiguos egipcios los tenían en gran estima. Estaban en la mesa de los faraones, tanto secos como frescos en temporada, y algunas prescripciones médicas de la época hablan de los higos asados para curar algunos problemas digestivos.
Innumerables culturas los han consumido, tanto frescos como secos
Grandes consumidores de vino y cerveza en aquellos siglos, los egipcios solían añadir higos al vino en proceso de fermentación para aumentar su contenido en azúcares y así subir su grado alcohólico. Apuntan también los estudiosos de las tradiciones y de la cultura egipcia que el higo es semejante al seno de la diosa Isis, la nodriza por excelencia.
Maridaje
Ya el antiguo romano Apicio da una receta de higos rellenos de ajo, cilantro, sal, pimiento y miel, que luego eran horneados. Más reciente, y utilizando otro lenguaje, el gran cocinero francés Alain Ducasse indicaba que “los higos casan divinamente bien con la caza, el jamón crudo de montaña, los quesos de oveja y las nueces”.