Una norma que es conveniente seguir es introducir con antelación las legumbres en agua para que permanezcan de este modo durante unas horas, y utilizar ese mismo líquido para su posterior cocción. De este modo, conseguiremos mantener algunos elementos saludables que desprenden los granos.
Las legumbres y otros tipos de alimentos que se presentan en granos enteros contienen, en una gran parte, ácido fítico en su capa exterior. Este elemento es utilizado por las plantas para conseguir el fósforo necesario para su crecimiento. Los seres humanos, en cambio, no podemos absorberlo y su consumo puede perjudicarnos.
Una de las principales desventajas es que el ácido fítico nos impide obtener de los granos y legumbres minerales como el magnesio o el calcio, que es una de las principales aportaciones de estos productos. Por este motivo, si anteriormente los sumergimos en agua lograremos librarnos de esta barrera.
Facilitar nuestra digestión es una de las razones principales para practicar esta sana costumbre
Esta capa externa además contiene inhibidores de enzimas nada recomendables para nuestro organismo. Nosotros tenemos dos tipos de enzimas, las digestivas y las metabólicas. Las primeras nos ayudan a descomponer los alimentos en el estómago, mientras que las segundas se encargan de que nuestra actividad biológica funcione correctamente.
Si nos saltamos el paso de remojar legumbres y granos enteros, sus inhibidores impedirán que nuestras enzimas funcionen correctamente. La consecuencia directa de este problema es que tendremos digestiones más pesadas y difíciles, por lo que si queremos facilitar nuestro correcto funcionamiento digestivo, un paso importante es utilizar previamente el agua.
Aprovechar las vitaminas
Una razón más que fundamenta esta técnica es aprovechar al máximo las vitaminas presentes en este tipo de productos. Es cierto que al sumergirlos en líquido sus vitaminas se diluyen en el agua, pero la solución se encuentra en utilizar la misma olla sin tocarla para su posterior cocción. De este modo, habremos contribuido a que las vitaminas se hagan presentes sin necesidad de tirarlas después por el fregadero.
Estas razones justifican una costumbre que la mayor parte de nosotros practicamos por inercia, cuando en realidad existen fundamentos sobrados para mantener esta tradición tan beneficiosa para nuestro organismo.