Una de las alternativas más socorridas y fáciles es la ensalada, y para preparar la perfecta solo son necesarios unos pocos pasos. En primer lugar, es conveniente empezar por pensar qué tipo de lechuga vamos a elegir. Si bien la más nutritiva es la romana, también podemos utilizar otras variedades menos comunes pero igualmente suculentas, como la mantecosa, la de cabeza crujiente y la de hojas sueltas. Todas ellas son una buena opción como inicio, ya que con el resto de componentes completaremos los aportes beneficiosos al organismo.
El crocante siempre da un toque sorprendente
El verdor y apariencia saludable que le otorga la base de lechuga se puede potenciar con otros ingredientes del mismo color, pero con sabores diferentes que le darán un toque especial a nuestra ensalada. Entre ellos se encuentra el pepinillo, el aguacate o el brócoli.
La apariencia juega mucho a nuestro favor, puesto que consigue enriquecer el sabor de nuestros platos, y por este motivo la ensalada perfecta debe incorporar más color. Una buena forma de lograrlo es añadiendo productos de colores llamativos, como el tomate, el pimiento, la zanahoria o la cebolla morada, que aportan esa nota divertida a la ensaladera.
Para sorprender a los comensales no hay como incorporar elementos crocantes tales unas rodajas de manzana o frutos secos como nueces, cacahuetes e incluso pipas peladas. Una idea que nuestros invitados o familia agradecerán será la decisión de incluir en la mezcla elementos extras que son saludables para nuestro organismo. El queso blando, las pasas, unas hojas de menta o un puñado de habas son ingredientes fáciles de conseguir y que no se suelen encontrar en las ensaladas.
También proteínas
La propuesta no puede olvidar las proteínas, para aportar a nuestro cuerpo todos los elementos beneficiosos necesarios y, además, demostrar que un plato ligero también puede ser muy completo. La carne como el pollo es una buena fuente de proteínas, pero no la única. También se puede optar por los langostinos, el salmón o los garbanzos cocidos.
Una vez mezclados bien todos los ingredientes, tan solo resta el aliño que también ofrece variedades, aunque los alimentos más habituales y no por ello aburridos son el aceite de oliva, el vinagre, y el yogur natural descremado.