La ciguatera es ya conocida como el nuevo anisakis. Esta toxina, muy conocida en el Caribe, está presente en los pescados de los mares de esa zona, pero cada vez se dan más casos en Europa de intoxicación por su consumo.
El parásito ni se ve, ni se huele, ni deja ningún color especial en el pescado que lo contiene
El foco del problema está en un alga microscópica portadora de la toxina ciguatoxina y de la que se alimentan los peces herbívoros, comenzando así su transmisión en la cadena alimentaria. Esa toxina no causa daños al animal, pero sí en el caso de acabar en el estómago humano.
Es un parásito que ni se ve, ni se huele, ni deja ningún color especial en el pescado que lo contiene. Además, no se elimina con la congelación del pescado, como sucede con el anisakis, ni cuando se cocina a temperaturas elevadas. Eso sí, aunque sus síntomas son molestos, no son graves para la salud de quien lo ha consumido.
Los pescados que más toxina almacenan son los de gran tamaño. Por ello, es mejor elegir los que no superen los tres kilos. A este respecto hay que señalar que en el Caribe uno de los peces con más riesgo de ciguatera es la barracuda, conocida como el ‘tigre de los mares’ por su tamaño. En Canarias sucede lo mismo con el medregal, que puede alcanzar los 60 kilos.
Sus síntomas
Los síntomas de la ciguatera aparecen entre 12 y 24 horas después de haber consumido el pescado que contiene esta toxina. Entre los trastornos neurológicos, los más característicos, destacan el hormigueo en la boca y la lengua, los dolores musculares y la inversión de la sensación térmica, es decir, calor al tocar los objetos fríos y viceversa.
La ciguatera tiene también sus consecuencias gastrointestinales en forma de diarrea, nauseas, vómitos... Suelen ser los primeros síntomas en aparecer. Además, tiene sus síntomas cardiovasculares, como son alteraciones del ritmo cardiaco (taquicardia o bradicardia, principalmente) y bajada de la tensión arterial. Eso sí, a este respecto hay que indicar que la mortalidad es menor del 0,1%.
Conviene señalar también que la máxima concentración de toxina se almacena en el hígado, cerebro y gónadas del pez, por lo que no es recomendable comerse las vísceras del pescado. Lo mismo sucede con la cabeza.