La comparativa con años anteriores en los que no se había extendido tanto esta práctica refleja que en la actualidad se tarda una hora más en comer. Varios factores explican este problema, en el que los profesionales que se encargan del servicio no tienen nada que ver puesto que su calidad no ha variado. Por un lado, la actitud del cliente al entrar en el establecimiento ya es de atención al móvil y de otorgar preferencia a lo que proceda de él antes de solicitar la ayuda del profesional del servicio.
Se tarda hasta un cuarto de hora más en pagar la cuenta
El estudio demuestra que es habitual que, una vez acomodado, el cliente pierda más tiempo cuando pregunta cómo conectarse al wifi y lo hace, todo ello antes de mirar la carta. En ocasiones, cuando el profesional acude a tomar nota, el comensal le solicita más tiempo porque se ha entretenido con las funcionalidades del teléfono inteligente.
Superada la toma de contacto, la distracción continúa. Aunque la comida se sirva de manera rápida y eficiente, los sentados en la mesa se entretienen sacando fotos bien a los platos de manera exclusiva, bien entre todos ellos y, para comprobar que los resultados son óptimos, entre ellos se intercambian los móviles. Si hay fotos que no han salido al gusto de alguno de ellos, se repiten con la consiguiente pérdida de tiempo.
Esta actitud llega al extremo cuando el cliente se da cuenta de que entre tanta foto y su publicación en las redes sociales se ha enfriado la comida. Solicita entonces al servicio que vuelva a calentarla, no sin antes aprovechar la presencia del profesional hostelero para que haga más fotos de grupo y, si no inmortaliza el momento de manera adecuada, la repita hasta quedar bien.
La cuenta
Finalizada la velada y con la cuenta ya en la mesa, los comensales se toman su tiempo (un cuarto de hora más que antes según el estudio) para pagarla, puesto que todavía quedan algunas gestiones con el teléfono inteligente que conviene hacer a la mayor brevedad.
Aunque pueda parecer una exageración, el estudio documenta con imágenes estas actitudes que son bastante habituales en la capital norteamericana pero que, muy posiblemente, se encuentren próximas a exportar al resto de establecimientos hosteleros.