Sopas y caldos copan las comidas y cenas en época invernal. Y es que la sopa es un plato de sencilla elaboración y fácil consumo que, además, aporta al cuerpo humano el calor que necesita en días de baja temperatura.
La sopa es un perfecto entrante durante el invierno: es nutritiva, variada y saciante
Una cita del refranero español ensalza los beneficios de esta receta: “Siete virtudes tiene la sopa: quita el hambre y la sed apoca, ayuda a dormir, no cuesta digerir, es barata, nunca enfada, y pone la cara colorada”. Al dicho, basta con añadirle una octava virtud: la amplia variedad de formas cocinar de una sopa.
No en vano, solo en este país tenemos un montón de tipos de sopas diferentes, que varían en función de los elementos utilizados en la cocción y de los alimentos que acompañan al caldo.
En primer lugar cabe destacar la tradicional sopa de pasta. Esta variedad es habitualmente consumida con fideos, aunque también con otras variedades como las ‘caracolas’, las estrellitas o la afamada sopa de letras con la que se intenta encandilar al público infantil.
Quizá la mas antigua y también muy conocida sea la sopa de pan, que podría denominarse como la madre de todas las sopas. Tradicionalmente, era una de las formas para el aprovechamiento del pan duro que sobraba, utilizándolo en una receta sencilla y económica que ha ido evolucionado conforme ha pasado el tiempo.
Basta con introducir algún elemento extra para añadir un plus de sabor a la sopa de pan. Por ejemplo, es muy conocida la sopa de ajo o sopa castellana, que cuenta con ingredientes adicionales como el huevo o el jamón serrano, y se puede aderezar con especias (pimentón dulce, pimienta, laurel, comino…).
Otro tipo de sopa es la de cebolla que, aunque puede contener la mayor parte de los ingredientes de la anterior, tiene como elemento protagonista la conocida hortaliza. Se dice que es de origen francés, pero lo cierto es que el consumo de la sopa de cebolla está extendido por todo el mundo. La clave para conseguir un resultado sabroso está en sofreír la cebolla en mantequilla e, incluso, hay algunos modos de hacer que recomiendan espesarla con harina. La versión francesa de presentar este plato es coronando la sopa con pan y queso gratinado.
Una deliciosa forma de comer verdura es mediante la sopa juliana –sopa de verduras- y además, con el punto positivo de que permite añadir elementos al gusto. Los ingredientes más habituales son zanahoria, berza, puerro, apio y nabo, aunque le va muy bien también la calabaza, la coliflor o las judías.
La última tipología de sopa es típica de la gastronomía vasca: sopa de pescado. Para el caldo se pueden utilizar restos de cualquier variedad, pero lo cierto es que como elementos de acompañamiento suelen servirse, habitualmente, almejas, mejillones, trozos de calamar y de rape.
Un consumo repleto de beneficios
Una vez presentados los distintos tipos de sopa, se recomienda hacer uso de la gran variedad de recetas que ofrece debido a la gran cantidad de beneficios que aporta su consumo.
En primer lugar, cualquier caldo o sopa se ha convertido en un buen entrante para ayudar a disminuir la comida que después de va a ingerir. La razón es que consumir sopa genera saciedad y por lo tanto, ayuda a reducir el apetito.
Además, se trata de un plato repleto de nutrientes, lo que lo convierte en fuente de proteínas, vitaminas y minerales. Sin olvidar, por supuesto, que su gran contenido en agua lo convierte en una opción muy hidratante. Otro de los beneficios es que, debido a la alta temperatura con la que suele ser servida la sopa, siempre se le ha reconocido su contribución al hábito de comer despacio.
Por último y lo más importante más allá de sus propiedades, es que es una receta muy sencilla de preparar y que da pie a experimentar con ella. Basta con meter en una cacerola hirviendo todos los alimentos que queramos que contenga e ir descubriendo sabores y proporciones. Es muy fácil porque la única condición es respetar la proporción de que tenga más contenido de agua y que de sólido.