Unas magdalenas recién hechas

La magdalena, un apetitoso dulce que nunca falla [Foto: diariovasco.com]

Historia

¿De dónde proceden las magdalenas?

Francia y el Camino de Santiago se disputan el origen de este producto, que gana adeptos día a día

diariovasco.com | 20/04/2015 |

¿Quién no ha cambiado de humor tras levantarse y encontrar en la mesa unas magdalenas? Este popular producto gana adeptos día tras día gracias a una receta sencilla pero deliciosa, tanto en su versión más tradicional como en las preparaciones algo más elaboradas. Es habitual consumir magdalenas pero, ¿sabemos de dónde proceden?

La historia nos presenta dos posibilidades factibles. Por cercanía y curiosidad, una de ellas se ubica en el Camino de Santiago. El peregrinaje hacia la ciudad gallega era una ocasión perfecta para dar a conocer productos y tradiciones de los lugares que atravesaba el camino, gracias a la afluencia de personas procedentes de distintos puntos del mundo.

Una joven llamada Magdalena ofreció bizcochos con forma de concha a los peregrinos

Así debió pensar una joven llamada Magdalena, que decidió ofrecer a los peregrinos unos pequeños bizcochos con forma de concha, en homenaje al símbolo del camino de Santiago. Su delicioso sabor pronto cautivó a los caminantes, que extendieron su fama bajo el nombre de su cocinera, magdalena.

La extensa red que conforma el recorrido de esta popular marcha hizo el resto, para hacer llegar estos sabrosos dulces tanto a los participantes como a los habitantes de los pueblos por los que pasaban hasta llegar a nuestros días, cuando se ha convertido en un clásico de desayunos y meriendas.

Otro posible origen de las magdalenas se encuentra en Francia. En 1755, el castillo de Commercy era un foco de atención por las lujosas fiestas gastronómicas que ofrecía el duque Estanislao I. Sin embargo, el noble o el cocinero oficial no debían de tener buen carácter, porque el chef se enfadó y decidió castigar a su jefe.

Situación comprometida

Poco tiempo antes de que llegaran los invitados a una de las opíparas cenas, el cocinero abandonó su puesto de trabajo y se llevó con él los postres. Ante esta situación, una sirvienta del castillo llamada Madeleine Paulmier se ofreció para elaborar unos dulces alternativos que sustituyeran a los retirados.

Al contar con poco tiempo, optó por una receta sencilla y rápida que le enseñó su abuela. Los invitados quedaron encantados con este dulce y Estalisnao, satisfecho, presentó a la creadora ante los comensales al tiempo que les anunció que el nuevo postre tendría su nombre, Madeleine.

 Ambos orígenes son curiosos y grandiosos para un producto sencillo que todos podemos cocinar si disponemos de huevos, azúcar, mantequilla, harina, levadura y ralladura de limón.