Y es que hace años, muchos años, la miel era un producto básico en la alimentación, y más allá de las propiedades que tiene, sobre todo porque no se conocía otro endulzante hasta que los descubridores españoles llegaron a América y encontraron la caña de azúcar. La aparición de la cerveza de manera masiva y la importación de vino a partir del siglo XVII hicieron que su consumo se fuera restringiendo. Por otro lado, cuando en el siglo XVIII Europa comenzó a importar grandes cantidades de azúcar proveniente de las Indias Occidentales (Antillas, Bahamas…), su consecuencia fue la paulatina desaparición de las colmenas de abeja, con la consiguiente disminución en la cantidad de miel que se recolectaba.
Aunque es difícil encontrarla en el supermercado, hoy en día hay empresas que comercializan hidromiel
Los hombres han buscado siempre alguna bebida “euforizante”, y durante siglos la encontraron en el hidromiel, sobre todo en la zona septentrional de Europa (vikingos, celtas...). Los antiguos mayas también preparaban una bebida similar, brebaje que tomaban en sus fiestas. Todos los estudiosos coinciden en que para lograr una buena bebida es necesario contar con mieles de muy buena calidad, aromáticas y muy dulces. La proporción es de 25 kilos de miel y 83 litros de agua. Si se aporta más miel se eleva el grado alcohólico final de la bebida.
Pero la única mezcla del agua y la miel no consigue la bebida, hace falta algún elemento que fermente los azúcares que se encuentran en la miel y los transforme alcohol etílico y dióxido de carbono. Al igual que ocurre con el vino, era necesario un largo periodo de tiempo, mínimo de seis meses, para poder disfrutar y paladear el hidromiel. Había también quien lo mantenía en las barricas durante algunos años.
La hidromiel, hoy en día
Como ocurre con otro tipo de bebidas, también los antiguos buscaban diferenciar sus producciones respecto a las de otros. Por ello, en ocasiones solían añadirle manzanas, lavanda, jazmin… En la actualidad hay empresas que comercializan hidromiel, aunque es muy difícil encontrarlo en las estanterías de los supermercados. No hay que olvidar que la miel tiene numerosas propiedades beneficiosas para nuestro organismo, conocidas ya por antiguos médicos como Hipócrates.