El té helado es fresco, saludable y perfecto cuando nos apetece beber algo que no sea solo agua pero queremos cuidar la línea. Se puede preparar al momento o tenerlo siempre a mano en la nevera para cuando apetezca un refrigerio.
El té helado blanco hidrata y ayuda a depurar el organismo
Entre sus bondades destaca la propiedad depurativa, dependiendo de la variedad que escojamos. Además, es también una buena forma de mantenerse hidratado para aquellos a los que les cueste un poco más beber con regularidad.
Una de las opciones más populares a la hora de preparar té helado es la elaborada a base de té blanco. Hay varias formas de hacerlo. Por un lado se pueden disolver una o dos bolsas de té en una jarra de un litro de agua con hielos y dejarlo reposar en el frigorífico. Puede bastar con una bolsita, pero eso ya dependerá de la intensidad que se le quiera dar al té.
Para darle sabor, este tipo de té helado incluye también en su preparación una bolsa de menta fresca, rodajas de limón y media lima exprimida. Si queremos darle un plus de frescor se pueden congelar previamente las hojas de menta.
A la hora de prepararlo, podemos optar también por hacerlo en caliente, ya que se disolverá mejor y más rápido. En este caso, la elaboración consiste en poner el agua a calentar en una olla hasta que alcance el hervor. Llegado ese punto, deberemos retirar la olla del fuego, introducir las dos bolsitas de té y dejar reposar 10 minutos.
Antes de dejarlo enfriar a temperatura ambiente, tendremos que incluir azúcar al gusto y dejarlo reposar hasta que se temple. Una vez templado, se agrega a la jarra con el resto de ingredientes y se termina de enfriar en la nevera.
Otra alternativa es, siguiendo este mismo procedimiento, utilizar en lugar de té blanco, limón y menta; té verde, una rama de canela y trozos de frutas (pueden ser congeladas o sin congelar). Las frutas que mejor casan con estos sabores son melocotón, piña y papaya.
Otras opciones de té helado
El de frutas de rojas o del bosque es otra de las opciones más populares, dado el intenso aroma que se consigue. En este caso se utiliza té de rooibos o negro en lugar de té blanco.
En lugar de echarle azúcar o canela para endulzar la preparación, puedes incluir miel. Y como toque de gracia, se incluyen frutas del bosque como fresas, frambuesas o bayas congeladas. Se puede añadir también zumo de granada, en cuyo caso es mejor optar por hacerlo en casa, ya que el de supermercado hará nuestro té menos saludable.