El fudge, también conocido como dulce de azúcar, es una preparación que seguro conocerán los más golosos. El azúcar, obviamente, es la protagonista de esta receta, que no es opuesta al toffee ni al dulce de leche, pero que tiene una textura siempre especial.
El fudge se inventó en Estados Unidos y fue, como en tantos otros casos, consecuencia de otra receta fallida
Se dice que el fudge se inventó en 1886 en Estados Unidos. Una de las muchas traducciones de esta palabra es ‘chapuza’ y, viendo cómo se creó, tiene mucho sentido.
Y es que según se cuenta, se cree que fue el resultado de un lote de caramelo estropeado que sólo pudo arreglarse de esta forma. De hecho, aunque sea un dulce muy arraigado en el Reino Unido, son varias las ciudades de los Estados Unidos en las que el fudge es un postre típico.
Los ingredientes esenciales de esta preparación son el azúcar, la leche y la mantequilla. Su elaboración no es nada complicada, ya que simplemente hay que fundir al fuego estos tres ingredientes y dejarlos enfriar sin dejar de remover hasta que consigamos la textura que deseamos. Este punto, el de la elasticidad del fudge, es el que le diferencia de otros dulces: debe ser cremosa y homogénea para que, una vez esté en el molde, se formen en él microcristales de azúcar.
El fudge se suele tomar en porciones del tamaño de un caramelo, aunque también se puede degustar en otras formas, ya que cuando está caliente y tiene una apariencia similar a la del sirope, se puede utilizar para cubrir con él distintos bizcochos o tartas, así como para incluirlo en helados o cupcakes. Además, es bastante habitual utilizar el fudge para la elaboración del brownie.
Otros ingredientes
Pero esta receta de más de 130 años ha evolucionado, como ha sucedido en tantos otros casos. Es muy habitual ver fudge de chocolate, pero también es muy frecuente incluir en su preparación otros ingredientes como el café, algún licor, frutos secos o vainilla.
Además, resulta clave también el tipo de leche que utilicemos para su elaboración, ya que no es lo mismo apostar por la leche condensada, la leche evaporada o la leche de coco. El sabor será diferente, por lo que tendremos que jugar con la cantidad de azúcar dependiendo del tipo de la clase de la leche escogida.