El guisante fresco es una legumbre que destaca por su dulzor. Por ello, suele gustar mucho a los más pequeños y da mucho juego. Desde el clásico plato que son los guisantes con jamón, a los que se les puede añadir un poco de cebolla e incluso algún cuarto de huevo cocido, a otro clásico como es la crema de guisantes.
El guisante fresco destaca por su dulzor, más intenso cuanto más fresco sea
Si están frescos lo mejor es aprovecharlos, aunque sean más caros que los que se encuentran en conserva o congelados. Basta mirarlos en las vainas para empezar a disfrutar. Y aunque no se suelen utilizar mucho, estas vainas sirven también, perfectamente, para ser añadidas en algún guiso. Tienen que ser finas, y las que más se usan son las de la variedad denominada tirabeque.
Y lo mejor es comerlos lo más pronto posible, es decir, el mismo día en que los hemos comprado. Así mantienen todos sus azúcares, la textura, el sabor… También los podemos congelar una vez que los hemos sacado de sus vainas pero, evidentemente, perderán parte de sus vitaminas.
En breve empezaremos a ver en los mercados los primeros guisantes. Por éstos sí que se paga un buen dinero, como por el primer salmón, por ejemplo. Entrados en primavera comenzaremos a verlos con más frecuencia.
Es el guisante, además, buena fuente de minerales, proteínas y fibra. También se suele consumir en seco, aunque no es tan habitual. Se utilizaba para dar de comer a los animales como forraje hasta la Edad Moderna. Luego se fueron utilizando otros productos, comenzando el consumo humano de los guisantes en fresco, sobre todo en el área mediterránea.
Tirabeque en China
Pero no sólo se consume aquí, sino también en países muy distantes como en China, aunque allí prefieren los tirabeques, variedad que utilizan en muchos platos de verdura, básicos en su cocina. En Inglaterra son igualmente apreciados. A una buena parte de la población les gustan los que tienen un mayor tamaño, ya que suelen utilizarlo para hacer un puré muy apreciado.
Los pequeños guisantes participan en numerosas recetas. Los podemos ver en paellas, en menestras, acompañando alguna salsa verde. También están magníficos formando parte de un guiso de patatas, quizá con un poco de bacalao desmigado (pero que no esté muy salado).