Huevo hilado como guarnición

El huevo hilado se ha utilizado como postre y como guarnición de fiambres [Foto: diariovasco.com]

Su historia

La decadencia del huevo hilado

Antes se solía ver el huevo hilado en numerosas ocasiones: como decoración de platos, en las bandejas de los catering... Ahora, apenas en algún supermercado. Se ha convertido en algo extraño, en algo que no está presente en nuestra mente a la hora de realizar la compra.

diariovasco.com | 09/11/2015 |

Sin embargo, el huevo hilado ha tenido épocas de esplendor. Su colorido era signo de opulencia. Emilia Pardo Bazán (1851-1921) señalaba que los huevos hilados son uno de los misterios de la confitería, “y sin embargo puede hacerse caseramente y salen excelentes”.

El huevo hilado fue inventado en el siglo XI para preparar un postre llamado ‘barbas de monje’

Por su parte, el escritor gastronómico Ángel Muro (1839-1897) indica en “El Practicón” que “los huevos hilados se sirven en España, según costumbres rancias, para el guarnecido de fiambres y el relleno de algunos helados. En los demás países no se conoce el manjar”.

Hace referencia también este gastrónomo a que en los festines romanos “los hígados y los corazones de las aves, guardados en frascos, se servían con huevo hilado (ova pileata) en la taza, cuya invención se debió al griego Palamedes”.

Parece ser que el huevo hilado fue inventado por los bizantinos, que eran grandes pasteleros, en el siglo XI. Lo usaban para preparar  las “barbas del monje”, que era un bizcocho redondo, borracho, y también relleno de frutas y hierbas aromáticas, colocando el huevo por encima.

Hay quienes sitúan esta invención en Portugal, ya que está documentada la elaboración de este alimento en conventos y monasterios de este país entre los siglos XIV y XV. En los siglos posteriores tuvo una rápida expansión en Europa, y también en Japón y Tailandia, países a los que llegó de la mano de María Guiomar de Pinha, una mujer de ascendencia portuguesa que introdujo en Tailandia numerosos postres.

Asimismo, en el siglo XVII, el cocinero de la Corte, de la Casa Real española, Francisco Martínez Montiño, en su libro “Arte de cozina, pastelería, vizcochería y conservería” dejó escrita  la receta del huevo hilado.

En almíbar

Su color varía entre el amarillo y el naranja. Su sabor es dulce ya que, una vez que tenemos batidas las yemas de los huevos, se pasan por un colador para que estos hilos de huevo se hagan en un almíbar que está caliente. A continuación se enfrían en agua con hielo y se dejan secar, que pierdan el agua.

Existe un aparato especial que se llama hilador y que sirve para hacer los huevos hilados. Una de las características es que tiene varios agujeros por donde se desprende la yema hacia su cocción en el almíbar, por lo que se pueden hacer mayores cantidades a la vez. También se suele utilizar un “biberón” para hacer los hilos.