El verano convierte en alimentos peligrosos muchos de los pilares básicos de nuestra dieta. Ingredientes comunes en nuestras preparaciones y en las cartas de los restaurantes se vuelven con las altas temperaturas en un posible enemigo para nuestra salud.
La mayoría de las bacterias encuentran su temperatura ideal alrededor de los 36ºC, y lejos de lo que se pueda pensar, es más habitual contraer una intoxicación alimentaria mediante la comida casera que en un restaurante o bar.
En cuanto a las clases de alimentos más peligrosos en verano, cuando el calor acecha, serían los huevos, pescados, carnes e incluso verduras. Estos alimentos son especialmente susceptibles de contener bacterias, ya sea por una incorrecta manipulación o por la conservación.
Que el huevo es una alimento peligroso es probablemente algo que la mayoría ya tiene claro. Tanto en salsas, como tortillas u otras preparaciones a base de huevo la salmonella siempre está al acecho. Sin ir más lejos, casi un 25% de las intoxicaciones alimentarias se deben al consumo de huevo en mal estado.
Hay ciertos alimentos especialmente peligrosos en verano, como los huevos o el pescado
Para evitar en la medida de lo posible caer enfermo por un huevo contaminado lo mejor es evitar que la cáscara entre en contacto con el contenido al cascarlo, y consumir las preparaciones elaboradas con este ingrediente antes de 24 horas.
En cuanto al pescado, es un alimento que se vuelve también muy peligroso en verano, sobre todo ahora con la alarmante presencia de anisakis y la moda del sushi, preparado con pescado crudo. Para evitar correr riesgos se debe congelar la pieza de pescado un mínimo de cinco días, a -20ºC.
El pollo en verano, un alimento muy peligroso
Otro alimento muy peligroso es el pollo. Su composición con una gran concentración de agua hace de esta carne la más propensa a provocar intoxicaciones. Las bacterias más comunes en el pollo son la salmonella, como en el caso del huevo, y el campylobacter.
En este caso es aconsejable cocinar bien el pollo, evitando siempre consumirlo en estado crudo o semicrudo. Y a la hora de manipularlo tener mucho cuidado con las contaminaciones cruzadas, utilizando cubiertos y accesorios limpios.
Además, se debe prestar atención a la hora de adquirir marisco, asegurándose siempre de comprarlo en un punto de venta con garantías de calidad. Así como con los vegetales, limpiando el género concienzudamente antes de consumirlo.