Los latkes son un bocado tremendamente sencillo de preparar. Es más, apenas se necesita tiempo y mucho menos una gran técnica en la cocina para prepararlos; basta con juntar tres alimentos básicos: huevo, harina y patata. Pero a pesar de su sencillez esta preparación cuenta con un papel protagonista en la cultura culinaria judía.
Los latkes se componen principalmente de patata, huevo y harina, aunque es una receta que cuenta con algunas versiones
Los latkes son unos pastelitos parecidos a los ‘hash browns’ ingleses, aunque en este caso, las tortas no sólo se componen de patatas, sino que también llevan huevo. A muchos les vendrá a la cabeza la tortilla de patata, pero no tiene nada que ver.
La elaboración de la receta y manipulación de los alimentos es muy diferente. Por un lado, lo primero es rallar las patatas, algo que se puede hacer con piel o sin ella. En el caso de incluir cebolla, como hacen muchos, también se debe rallar y agregar a las patatas en este momento. Un buen truco para que queden bien crujientes es secar todo bien con la ayuda de papel de cocina.
Por otro lado, se bate el huevo, se añade harina y se salpimenta. Con todo ya listo, se juntan las patatas y cebollas, con el huevo y la harina, y se hacen las tortas o pastelitos, que se añaden a una sartén con un poco de aceite bien calientes. Cuando los bordes comiencen a dorarse, se les da la vuelta y listo.
Aunque los latkes sean una receta indispensable en las mesas judías durante la celebración del Janucá, lo cierto es que este plato se disfruta durante todo el año. De hecho, cuenta con una gran popularidad en Estados Unidos.
Versiones de latkes
Dada la arraigada tradición de este plato, cada familia ha ido desarrollando su propia receta de latkes. La utilización de verduras, por ejemplo, es una costumbre muy extendida entre los que personalizan la elaboración a su gusto. En todo caso, hay dos grandes tipos de latkes que todo judío conoce.
Se pueden preparar las tortas grandes y planas, obteniendo así unos latkes finos y crujientes. Pero también se puede apostar por la versión más jugosa, que consiste en hacer los latkes más gruesos y pequeños, consiguiendo así un resultado crujiente por fuera pero esponjoso y jugoso por dentro.
Pero no se sirven solos, tradicionalmente se acompañan de salsas como nata agria, puré de manzana u otros condimentos.