Las lapas, y consecuentemente su inconfundible sabor, han desaparecido prácticamente, sobre todo en las costa mediterránea, estando algunas de sus familias inscritas en el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas, con la categorÃa de “en peligro de extinción”, que es la máxima categorÃa. Asà que, para evitar malos entendidos sobre la familia de este univalvo, mejor dejarlas donde están cuando las veamos y comprarlas en la pescaderÃa.
La lapa aporta mucho sabor a los caldos y arroces, aunque se pueden comer crudas con limón
Los humanos llevamos comiendo lapas desde tiempo inmemorial. En la cueva de Altamira se han encontrado ejemplares de esta especie, algunos de ellos habÃan sido utilizados para preparar pintura en la valva después de haber sido ingeridos. Este molusco tiene una sola valva, como si fuera el gorro de un recolector de arroz vietnamita o de cualquier otro paÃs asiático.
Para comerlo, además de en crudo con una gota de limón, se suele escaldar o mantener cocciones prolongadas porque se pone duro, gomoso. Eso sÃ, aporta mucho sabor a los caldos. Por eso, su participación en arroces y en otros platos similares es magnÃfica.
En toda esta zona se ha solido preparar una sopa con ella, en la que entra un sofrito, perejil, sopako, caldo de pescado, pimentón y vino blanco. Algunos ejemplares se incluyen enteros, con la valva, y la mayorÃa sin ella. Es conveniente tener las lapas en remojo, como otros moluscos, para que suelten la arena y otras impurezas que puedan tener.
Este marisco humilde, mucho más humilde que el magnÃfico mejillón, se utiliza muy poco ya en nuestras cocinas debido a que podemos acceder a precios razonables a otros moluscos más agradables en la boca, menos complicados de masticar. No obstante, su utilización para caldos y fondos es magnÃfica.
ProteÃnas
Como el resto de moluscos la lapa tiene muchas proteÃnas, es baja en grasas y aporta muy poco colesterol en comparación con otros mariscos. Además de vitaminas A y B, tiene una alta cantidad de hierro, asà como fósforo, potasio y sodio, entre otros. Por su contenido en ácidos grasos esenciales ayudan a prevenir las enfermedades cardiovasculares.
La lapa se alimenta de algas principalmente. Come por la noche, desplazándose por las rocas para proveerse de alimento. Curiosamente, regresa al mismo lugar de donde ha partido, parece ser que siguiendo el rastro de baba que deja con su pedúnculo. Por ello, siempre está en el mismo sitio.