La diabetes, conjunto de trastornos metabólicos que se caracteriza por un aumento de los niveles de glucosa en la sangre, afecta a alrededor del 12% de la población vasca y, claro está, condiciona la alimentación de quienes la padecen. Sin embargo,  ¿sabemos en qué consiste esa dieta especial?

Lo primero que hay que señalar es que su alimentación no difiere demasiado de cualquier otro tipo de dieta sana, aunque sí debemos tener en cuenta que en el caso de los diabéticos, la alimentación forma parte de manera directa del tratamiento de una enfermedad. Así, siempre deben estar en su peso óptimo y, para ello, nada mejor que seguir las pautas más habituales en cualquier dieta.

Así, se debe comer la cantidad de alimentos suficiente que garantice el mínimo de energía necesaria, siempre intentando evitar las grasas de origen animal, el exceso de ingesta de bebidas alcohólicas y, sobre todo, los azúcares de absorción rápida, ya que elevan de forma brusca y repentina los niveles de glucosa en la sangre. Legumbres, verduras y hortalizas son muy aconsejables y deberían consumirse al menos dos platos de ellas al día.

Los hidratos de carbono deben suponer más del 60% de la alimentación diaria de los diabéticos

La clave de esta alimentación son los hidratos de carbono, que siempre deben suponer, al menos, el 60% de los alimentos consumidos en un día. Sin embargo, dentro de estos alimentos ricos en hidratos hay que diferenciar los alimentos de absorción rápida de consumo muy eventual (miel, dulces, pasteles o repostería, restringidos a momentos de necesidad),  los alimentos de absorción rápida de consumo diario (fruta, leche o derivados lácteos) y los alimentos de absorción lenta de consumo diario (cereales, arroz, harina de trigo, patatas, legumbres…).

Fruta sí...pero con cuidado

Un alimento aparentemente sano, como es la fruta, debe ser consumido en su justa medida por las personas diabéticas. Y es que no debemos pasar por alto que además de aportar vitaminas y minerales, también aportan fructosa que, consumida en cantidades elevadas, aumenta la resistencia del organismo a la insulina, favoreciendo el desarrollo de la enfermedad. Los higos, las uvas y los plátanos son frutas a evitar en estos casos.

También conviene recordar que las personas diabéticas tienen un mayor grado de predisposición hacia la hipertensión, por lo que hay que evitar la ingesta de alimentos ricos en sal que puedan propiciar el aumento de la tensión arterial.