Una investigación llevada a cabo por la Cal Poly State University de San Luis, en Estados Unidos, ha confirmado que el tiempo que muchos padres y madres invierten en mezclar las verduras con otros alimentos en imaginativas recetas con el objetivo de camuflar el sabor de las verduras tiene a largo plazo los resultados buscados. Y es que se consigue habitualmente que a esos niños les terminen gustando incluso solas.
Quien haya probado con anterioridad un alimento 'camuflado' accederá más fácilmente a tomarlo tal cual
Según este estudio, que se ha publicado en la revista 'Journal of the Academy of Nutrition and Dietetics', se quiso probar la eficacia de este recurrente truco utilizado con mucha frecuencia para intentar que los más pequeños tengan una alimentación lo más saludable posible. Para llevar a cabo esta investigación, trabajaron con una pequeña muestra, de 29 niños y niñas de una edad comprendida entre los tres y los cinco años. A su vez, se les preguntó a sus padres por los alimentos que no les gustaban. Entre los resultados de esa encuesta, los investigadores concluyeron que las coles de Bruselas y la coliflor eran las verduras que la mayoría de los participantes en este estudio nunca habían probado.
Así, durante una semana, los niños comieron coles una vez al día. A la mitad del grupo se les presentaban únicamente hervidas, mientras que a la otra mitad se las ponían mezcladas con queso, una receta que gustó a todos los participantes. Después de esos siete días, aquéllos que habían comido las coles con queso, probaron las coles hervidas sin ningún acompañamiento, momento en el que los investigadores comprobaron que estos alimentos sin ‘disfrazar’ gustaban sensiblemente más a los niños que antes las habían comido con queso que a los que, de primeras, las habían probado únicamente hervidas.
Igual con la coliflor
Cuando a la semana siguiente se introdujo la coliflor a los 29 niños, sucedió prácticamente lo mismo: quienes habían comido las coles con queso eran más receptivos a probar esta verdura desconocida para ellos.
Así las cosas, los autores de este estudio concluyen que “los niños desarrollan sus preferencias alimentarias desde muy pequeños, pero suelen ser muy exigentes a esas edades, por lo que es importante insistir en estas edades para lograr que los hábitos saludables se mantengan hasta edad adulta”. Por ello, reconocen que esta técnica de unión de sabores puede ser efectiva para cualquier alimento que se pretenda introducir en la dieta del menor