Durante estos meses nuestros hábitos alimentarios se han relajado, y ahora es un buen momento para comenzar una serie de medidas que nos ayudarán a volver a nuestro peso normal. Y es que durante el verano nuestras vidas varían su rutina y la consecuencia es coger algunos kilos de más. Si a lo largo del año se practica deporte con periodicidad, es posible que en la temporada estival esta costumbre desaparezca o se reduzca significativamente, lo que repercute en nuestro cuerpo.
El estrés también lleva a los excesos; es mejor volver con mentalidad positiva
Además, pasamos más tiempo fuera de casa y en algunas ocasiones hacemos fuera alguna de nuestras comidas, en un momento en el que estamos tranquilos y nos apetece saltarnos la dieta habitual. Si a esta situación añadimos un ligero incremento en el consumo de aperitivos como las patatas fritas, frutos secos o productos salados acompañados de alcohol, lo más probable será que lleguemos a septiembre con algo más de peso.
Sin embargo, existen unos pequeños trucos que no son complicados y que nos ayudarán a recuperar nuestro aspecto original. El principal y no exclusivo para perder kilos es seguir una dieta equilibrada, sana y saludable. Debe basarse sobre todo en el consumo de hortalizas, verduras y frutas frescas, además de pescados, carnes magras, legumbres y cereales integrales. Todo ello junto con un consumo de agua de un litro y medio diariamente.
Quienes consideren muy alta esta cantidad tienen también un pequeño truco, y es considerar que el agua admite complementos. Así, los tés con virtudes adelgazantes como el verde o el rojo y las infusiones elaboradas con plantas y hierbas como el diente de león y la alcachofera con ideales para cumplir con este objetivo.
Ejercicio físico
La práctica del ejercicio físico nos ayudará de igual manera a reducir nuestra línea, además de mantenernos en un buen estado de salud. Para comenzar el proceso, es recomendable practicar ejercicio tres veces por semana durante un mínimo de media hora. A medida que acostumbramos a nuestro cuerpo, esta duración ascenderá a los 40 o 60 minutos.
Por último, y quizá lo más complicado, es muy conveniente evitar o reducir el estrés postvacacional. La vuelta al trabajo, sobre todo si las vacaciones han sido muy largas, conlleva una serie de consecuencias a nivel emocional que no ayudan a nuestro organismo. El estrés o incluso la depresión conducen a una ingesta de comida superior a lo que estamos acostumbrados, y los alimentos generalmente no son los más convenientes.
Una buena opción para evitarlo es empezar antes del final de las vacaciones a pensar en la vuelta, pero de manera positiva, al considerar que el regreso a casa es una oportunidad de disfrutar de nuevo el día a día, y que la rutina nos guste o no es un factor favorable.