Seguro que alguna vez ha disfrutado de cómo se alargaba ese queso que había echado a su pizza o ha visto cómo los más pequeños disfrutaban de esos hilos lácteos que asomaban entre los macarrones. Pero quizás nunca se haya parado a pensar la explicación de ese fenómeno. ¿O es que se ha planteado alguna vez por qué el queso que echa a la pizza o la pasta es tan elástico?

El queso es uno de los alimentos más adictivos, ya que contiene una sustancia que genera una placentera sensación de bienestar

En primer lugar habría que explicar que antes de ser tratados en la cocina (mediante un gratinado, normalmente) muchos tipos de quesos para fundir contienen moléculas proteicas de cadena larga, es decir, compuesta por una gran cantidad de átomos. Estas moléculas normalmente suelen estar hechas un ovillo en una masa de naturaleza grasa y cuando el queso entra en el horno y comienza a calentarse, las grasas y proteínas se mezclan, formando un grupo compacto de fibras que resulta sencillo romper. La imagen del ovillo de lana es perfecta para entender este fenómeno químico. Así, cuando alguien introduce un tenedor o cuchillo en el queso fundido, éste hace actúa como si fuese un peine que convierte esas cadenas de grasa y proteínas en una especie de estrías. Es decir, como si un ovillo de lana se deshilachase.

Además, el queso es adictivo

Hay que explicar también que el queso no solo es un alimento que a muchas personas les encante, sino que es literalmente adictivo. Y es que según una reciente investigación, el queso es uno de los alimentos más adictivos ya que contiene casomorfina, una sustancia estructuralmente parecida a las endorfinas, presente también en la leche materna, y que genera una placentera sensación de bienestar.

Y es que esta sustancia, además, tiene un efecto narcótico durante las digestiones, de ahí esa sensación tan agradable que nos proporciona el queso.