Normalmente las endrinas sugieren pensar en una bebida como el pacharán, pero lo cierto es que sirven para mucho más que eso. Son los frutos del endrino, a los que suelen denominarse también arañón, ciruela silvestre o pacharán; y son originarios de Asia y Europa.
Además de para la producción de pacharán, las endrinas pueden consumirse al natural o en elaboraciones como la mermelada
Pese a que los endrinos crecen en terrenos húmedos y maduran de julio a octubre, actualmente estos arbustos se cultivan con fines comerciales, lo que posibilita encontrar sus frutos en los mercados durante prácticamente todo el año.
A la vista, las endrinas son pequeñas frutas de forma esférica u ovalada, de color oscuro envueltos en una fina capa de color púrpura que le otorga, al conjunto del fruto, un tono violeta.
De hecho, como señal de maduración conviene guiarse por su color brillante e intenso, también por el tacto, que debe ser firme y seco –no blando y húmedo-. Junto a ello, desprenden un intenso olor muy aromático y perfumado.
Respecto a sus propiedades nutritivas, las endrinas tienen poco valor calórico debido a su mínima cantidad de hidratos de carbono. Sin embargo, son frutos muy ricos en fibra, en vitamina C y con un gran efecto antioxidante, como el resto de frutos del bosque.
Posibilidades gastronómicas
Las endrinas son principalmente conocidas por su uso para la elaboración del pacharán, mediante un proceso de combinación de los frutos con jarabe de anís.
No obstante, es posible comerlas en crudo. De sabor amargo, las endrinas pueden consumirse al natural, aunque conviene hacerlo después de congelarlas ya que en ese proceso pierden la acidez y se vuelven más dulces.
Asimismo, es posible incluir este fruto en elaboraciones caseras como la mermelada, para lo que es recomendable mezclarla con otros sabores como el de otros frutos del bosque y especias como la canela o el jengibre.