Una máquina de hacer palomitas

Las palomitas, un clásico de las salas de cine [Foto: diariovasco.com]

Curiosidades

¿Por qué comemos palomitas de maíz en el cine?

Una de las primeras imágenes que nuestra mente forma al pensar en una sesión de cine es un espectador sentado junto con unas palomitas de maíz

diariovasco.com | 26/09/2014 |

Este matrimonio se ha convertido en indisoluble con el paso de los años, aunque caramelos, frutos secos e incluso hamburguesas hayan querido robarle el protagonismo. Pero, ¿cómo surgió la relación?

La ‘pareja’ se conoció hace ocho décadas en Estados Unidos, según señala la revista Smithsonian. En su inicio, los cines estaban reservados a las clases pudientes, que disfrutaban de salas ricamente decoradas acordes a su estatus social. La desventaja era que los dueños de estos establecimientos no permitían que se consumiera alimento alguno para no estropear la ornamentación.

Tras la Gran Depresión, el cine y las palomitas eran los únicos caprichos que muchos podían permitirse en EE.UU.

Sin embargo, en 1927 llegó el sonido al cine y con él una apertura de las salas a todo tipo de público. Dos años después llegó la Gran Depresión, y las proyecciones cinematográficas se convirtieron en una de las pocas alternativas de ocio del pueblo norteamericano, sobre todo para los que no sabían leer.

Este cambio de espectador trajo consigo la proliferación en las entradas de los cines de puestos de venta callejeros de palomitas, el único lujo que la población duramente afectada por la crisis se podía permitir. Al fin y al cabo, las largas sesiones pedían un producto para consumir que fuera barato.

Los propietarios de las salas pronto se dieron cuenta del negocio, y comenzaron a abrir en sus propios establecimientos  puntos de venta de palomitas, que no tardaron en ofrecer buenos beneficios. De hecho, en esta dura época muchas de las salas pudieron sobrevivir gracias a la venta de palomitas.

Consolidación

La Segunda Guerra Mundial significó catapultar al estrellato a las palomitas, tal como el mismo cine hacía con los actores y las actrices. Fueron años en los que la escasez de azúcar era acuciante, y los vendedores de caramelos desaparecían por el racionamiento al que se veían sometidos.

Las palomitas, que tan solo necesitaban un producto muy abundante en aquella época como el maíz, ganaron posiciones hasta conseguir el liderato. Prueba de ello es que cuando acabó la guerra más de la mitad de este producto que se consumía en Estados Unidos se tomaba en el cine y representaba el 85% de sus ganancias. Era 1940, y el aroma a palomitas y mantequilla ya formaba parte de las salas de cine para quedarse hasta nuestros tiempos.