La Asociación ‘5 al día’ trabaja para que las cinco raciones diarias de frutas y verduras que recomienda la Organización Mundial de la Salud se incluyan en la dieta de todas las personas, unos hábitos de alimentación en los que dominen los productos frescos y que se tome de ellos, al menos, 450 gramos al día.
Pero, además, desde esta asociación advierten que con las cinco raciones diarias no todo vale. Por ejemplo, en su último informe pone en su punto de mira a los zumos de frutas, de los que afirman que no deben sustituir de manera habitual el consumo de frutas y hortalizas enteras y frescas y no exceder la cantidad de uno al día. Consideran que aportan más azúcar que una ración de fruta y contienen menos fibra.
En pleno esplendor
Además, este organismo también hace hincapié en la importancia de tomar las frutas y verduras con todos los nutrientes posibles, por lo que ha indicado una serie de pautas a seguir en la conservación de estos alimentos para prevenir la pérdida de los mismos. Por ello, han editado un decálogo con las directrices a seguir como, por ejemplo, adaptar el volumen de la compra al ritmo de consumo del hogar para que no se pierdan ni los nutrientes ni los propios alimentos, aprovechar en la medida de lo posible las capas y hojas exteriores de frutas y hortalizas o pelar y cortar los alimentos justo antes de que se vayan a consumir.
Han editado un decálogo de pautas a seguir en las cinco raciones diarias para que no pierdan los nutrientes
También da algunas pautas más a la hora de conservar y cocinar las frutas y hortalizas: evitar la exposición prolongada de estos alimentos a factores externos como la luz, el calor, remojos prolongados… ya que pueden disminuir su contenido en vitaminas y minerales, o lavar las frutas y hortalizas y trocearlas posteriormente.
En cuanto a cómo cocinar estos alimentos, esta asociación también hace algunas recomendaciones. Aconsejan, por ejemplo, métodos de cocción en los que el alimento no tenga demasiado contacto con el agua, como es el caso del vapor o el microondas y, en caso de hacerlo con agua, evitar los hervidos con ebulliciones violentas, poniendo los alimentos con el agua ya hirviendo y no fría. Además, si no cambia el sabor, es recomendable también añadir un chorro de vinagre o zumo de limón a ese agua. También hablan de intentar evitar las cocciones demasiado largas y de aprovechar el agua de los vegetales cocidos para elaborar otros alimentos, excepto en el caso de las espinacas, las acelgas y la remolacha.