La actualidad de los últimos 12 meses, por no ir más lejos, nos ha dado la ocasión de recuperar muchos dichos populares que quizá los tuviéramos olvidados. “Tirar de la manta”, “a otro perro con ese hueso” o “que te compre quien te conozca” son algunas de los muy aplicables en un clima en el que nadie es quien dice ser.
Sin embargo, hay uno que destaca por su propiedad en estos días, que no es otro que “descubrirse el pastel”. Todos conocemos su significado, pero igual muchos no sepamos que su origen se encuentra en la antigüedad, en un tiempo en el que también existían fraudes y engaños, aunque menos elaborados.
El ‘pastel’ más conflictivo era de carne, pero a veces se trampeaba con el relleno
Descubrirse el pastel es hacerse público algo que se pretendía mantener oculto, y su significado original tiene mucha relación y poca metáfora, al contrario que en el presente. Su base se encuentra en el antiguo pastel de carne, muy parecido a la empanada, que se popularizó entre la sociedad y era muy demandado.
Lo que ocurría era que no todos los pasteleros eran de fiar. En aquellos tiempos, tenían fama de ser algo tramposos, por lo que el comprador debía andarse con cuidado a la hora de adquirir este producto. Algunos reposteros solían engañar en cuanto al peso del alimento o la composición de su relleno, y por este motivo los clientes en ocasiones no se fiaban de la compra.
El modo de comprobar que lo que adquirían era en realidad lo que habían pedido era exigir al vendedor que le diera un pequeño corte lateral al pastel y levantar la masa que lo cubría. De este modo se comprobaba si el producto respondía a las expectativas. Descubriendo el pastel más de un artesano quedó en evidencia por haber hecho trampas con el relleno de esta empanada.
Popularidad
Los casos no fueron pocos, por lo que la expresión comenzó a coger fuerza y se extendió a cualquier situación en la que se quería señalar que se ocultaba la verdad en un intento fallido, pues al final se descubría el engaño. Tal fue su éxito que los jugadores de cartas la adoptaron en su argot.
Así, se descubría el pastel cuando un jugador hacía trampa a la hora de barajar, cuando las disponía de tal manera que los mejores naipes quedaban para él y los peores para el resto, y era pillado in fraganti.
Esta acepción está recogida por la Real Academia de la Lengua Española, que la define como “en el juego, fullería que consiste en barajar y disponer los naipes de modo que se tome quien los reparte lo principal del juego, o se lo dé a otro su parcial”. Hoy día, personajes de más alta consideración han recogido el testigo de tahúres y pasteleros astutos.