Cebollas

La cebolla, un producto tan utilizado como 'odiado' [Foto: diariovasco.com]

Química

¿Por qué la cebolla nos hace llorar?

Es un ingrediente casi imprescindible en gran cantidad de platos de nuestros menús diarios. Quizá por ello sea especialmente engorrosa una característica que no comparte con ningún otro alimento, como es hacernos llorar.

diariovasco.com | 24/10/2014 |

Sacar la tabla y comenzar a picarla puede llegar a ser un suplicio tanto para el que realiza la labor como para quien está a su lado, pero ¿por qué nos saltan las lágrimas?La respuesta tiene una raíz celular. Las cebollas son vegetales que pertenecen a la familia de plantas GenusAllium.

Las cebollas absorben el azufre del suelo y, al cortarla, se desprende

En este mismo grupo se encuentran otros ingredientes que acompañan a nuestras comidas, como los ajos, las cebollas de verdeo o los puerros. Sin embargo, y a pesar de tener un tronco común y crecer todos ellos en la tierra, las cebollas son las únicas que tienen la capacidad de hacernos llorar.

La razón está en que estos productos absorben azufre del suelo que luego se dispersa en su composición. Cuando cortamos la cebolla, rompemos sus células y, como consecuencia, estos compuestos químicos dispersos en su interior se desprenden.

Las enzimas descomponen los aminoácidos sulfóxidos y forman así ciertas cantidades de gas de azufre natural. Este gas sube hasta nuestros ojos y es aquí donde reaccionan porque se ponen en contacto con el agua natural del globo ocular.

Su respuesta es formar pequeñísimas cantidades de ácido sulfúrico, que afortunadamente son muy escasas. Si éstas fueran mayores el problema se agudizaría, puesto que este ácido es muy nocivo y puede llegar a representar un serio peligro.

El ácido sulfúrico presente en el ojo es lo que activa a las glándulas lagrimales, que de inmediato liberan lágrimas para protegerlo y diluir el ácido. Por este motivo comenzamos a llorar.

Protección ocular

Un experimento que prueba esta teoría es muy sencillo. Tan solo requiere de unas gafas que cubran por completo nuestros ojos. Si nos las ponemos y comenzamos a picar una hermosa cebolla, comprobaremos con gusto que nuestros ojos permanecen secos y no experimentan ningún escozor, debido a que el ácido sulfúrico no ha entrado en contacto con ellos.

Las personas que presentan una mayor sensibilidad a las cebollas o las que optan por no tener que pasar un mal rato para que sus salsas estén más suaves tienen pues una fácil y cómoda solución. Desempolvar o reutilizar las gafas que usamos para nadar en la piscina es una grata opción, aún a riesgo de convertirnos durante unos minutos en motivo de broma entre nuestros familiares.

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