Un estudio británico sentó las bases de esta idea, al demostrar que los gustos gastronómicos de cada persona se ven muy influidos por los genes. Según concluía, es posible que heredemos algunos gustos o predilecciones por diferentes alimentos de una manera genética. Esto explicaría por qué unos tienen más apetencia por la carne, otros por el pescado y otros por una dieta vegetariana.
Las niñas tienen mejor sentido del gusto: saborean e identifican mejor
Para ahondar en este aspecto, Dinamarca ha realizado un estudio entre 8.900 escolares con el objetivo de conocer sus preferencias alimentarias. Para ello, han repartido entre este sector un kit de muestras de sabores con instrucciones muy detalladas, con el fin de obtener los resultados más fiables y exactos.
Y la conclusión ha sido que las niñas tienen mejor sentido del gusto que los niños, saborean mejor los alimentos e identifican con más claridad su sabor original. Ellas prefieren los dulces, el chocolate y los sabores suaves, mientras que los niños optan por alimentos con sabores ácidos y pronunciados.
Uno de los resultados que han sorprendido a los responsables del estudio se refiere a los refrescos. Los participantes en este experimento realizaron una cata ciega con refrescos. Esta actividad consistió en probar el mismo refresco varias veces, pero en ocasiones con más sabor dulce y en otras más ácido.
Según los datos recogidos por este estudio, una tercera parte de los participantes prefería la bebida sin azúcar o con muy poca cantidad, lo que destierra la idea de que todos los niños optan por refrescos azucarados, mientras que los bajos en este elemento se reservan a personas con más edad.
Teoría confirmada
Sin embargo, sí hay una teoría que el experimento confirma. Es la que defiende que cuanto mayores nos hacemos, más tolerantes somos hacia alimentos que de jóvenes huíamos, como los típicos casos del pescado y la verdura. Los escolares han demostrado que la percepción de los sabores se hace más sensible en la adolescencia, cuando se amplía la capacidad para reconocer los gustos originales de los alimentos.
Este estudio confirma datos de experimentos anteriores realizados entre la población escolar europea y representa un argumento científico más que demuestra que la opción de elegir entre un alimento u otro también depende de nuestro sexo.