La alimentación es un pilar básico para la salud de cualquier persona, pero mucho más en la de los bebés. En ellos, además, una manutención adecuada puede ser determinante para el resto de su vida, en lo que a costumbres y problemas de salud se refiere. Sin ir más lejos, las alergias alimentarias tienen en parte su origen en lo que los bebés comen durante los primeros meses de su vida.

El estudio no pudo encontrar las causas por las que los alimentos frescos protegen contra las alergias

Así lo revela un estudio realizado en la Universidad de Southampton y publicado en The Journal of Allergy and Clinical Immunology. Para esta investigación, el equipo, liderado por la experta Kate Grimshaw, recopiló los alimentos diarios durante el primer año de vida de los pequeños.

Durante el estudio, 41 niños fueron diagnosticados con una alergia a los alimentos, mientras que 82 niños no padecían ningún tipo de alergia. Con estos casos, los expertos pudieron comprobar que aquellos bebés que no presentaban ningún tipo de alergia eran los que tenían una dieta rica en frutas, verduras, pollo y pescado y, por el contrario, prácticamente no consumían comidas precocinadas, patatas fritas o salsas.

La conclusión emitida por la profesora Grimshaw fue que “los niños que comían más frutas y verduras y menos alimentos infantiles producidos comercialmente y también menos alimentos para adultos eran los que tenían menos probabilidades de desarrollar una alergia”. Sin embargo, en el estudio no pudieron encontrar las causas por las cuales los alimentos más frescos protegen contra las alergias: “Sabemos que hay nutrientes en la dieta que educan al sistema inmunológico, por lo que se podría argumentar que si no están allí en las cantidades adecuadas cuando el sistema inmunológico del niño se está desarrollando pueden producir estas alergias”, afirmó la experta.

Desde el embarazo

Lo cierto es que la alimentación en los bebés es esencial para su crecimiento y los adultos deben ser conscientes de ello. Es más, incluso un estudio realizado por la Universidad de Florida ha concluido recientemente que la vulnerabilidad al abuso de alcohol y las drogas puede comenzar en el útero y estar vinculada a la cantidad de alimentos grasos y azucarados que la madre ingirió durante el embarazo.