En general, las dietas contienen demasiada sal. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) es recomendable ingerir la mitad de los aproximadamente 9,7 gramos que cada persona consume diariamente. Para evitar esto, fundamentalmente, se debe optar por un estilo de vida más saludable: intentar mantener el peso adecuado, practicar ejercicio a diario y, por supuesto, seguir una dieta baja en sal.
Si las personas se exceden en el consumo de este alimento, no es solamente por la cantidad que echan en el resto de comidas, sino que la propia comida también incluye sus niveles de sal que en ocasiones está oculta y, por lo tanto, se acaba ingiriendo más sodio del debido.
Trucos para reducir el consumo de sal
Consumir una gran variedad de productos frescos (carne de res, pavo o pollo y pescado) es muy saludable ya que contienen menos sal. Además, las frutas y verduras también son una fuente rica en antioxidantes, bajas en calorías y contienen niveles altos de fibra y agua.
Es importante también intentar consumir pocos alimentos empaquetados. Los productos adquiridos en tiendas o en restaurantes como panes, pizzas, quesos, platos de pasta, carnes frías, etc., contienen demasiada sal. Incluso se debe evitar consumir salsas, jugos de tomate y salsa de soja.
Si se consumen
alimentos bajos en sal,
la preferencia por lo
salado irá disminuyendo
Añadir sal mientras se cocina es poco recomendable. Es preferible añadirla después, así se controlará más la cantidad que se añade. Tampoco se debe poner el salero en la mesa, ya que de esta manera se evita la tentación de añadirle más sal al plato.
Intentar también preparar los alimentos de una forma saludable, es decir, cocer los productos al vapor, asados, cocidos o hervidos, dejando de lado las frituras y las salsas o quesos añadidos.
La sal puede sustituirse por otro tipo de aliños. El vinagre, limón o especias frescas sirven para aromatizar o dar más sabor a los alimentos. El aceite de oliva virgen extra es un buen ingrediente para aromatizar las comidas.
Por último, es fundamental leer las etiquetas nutricionales. Hay que adquirir el hábito de ojearlas para elegir alimentos elaborados con menos sal.