La industria alimentaria comienza a ser consciente del creciente número de personas que viven solas, y ha comenzado a comercializar productos para ellas aunque todavía es incipiente. Al margen de esta alternativa, existen otras técnicas que cualquiera en esta situación puede utilizar para asegurarse una alimentación sana.
Una de ellas es convertir la nevera y el congelador en el mejor amigo. Cuando se compra un producto, es recomendable cocinarlo tal y como lo sugiere su fabricante, aunque esto signifique acabar con cuatro o seis raciones de comida. Lo que reste se puede congelar y utilizar otro día que no tiene que ser por necesidad el siguiente.
Los productos perecederos, mejor si se pueden comprar a granel y no en bolsa
En este sentido, hay que recordar que la forma de congelar es diferente si se vive solo. En lugar de colocar en bloque toda la comida sobrante, es necesario dividirla en varias raciones que responderán a las cantidades que la persona considera apropiadas.
Todos los alimentos, incluso arroces y sopas, se pueden congelar en porciones individuales. Una vez obtenidas se pueden introducir en varias bolsas con autocierre identificadas según su contenido. De este modo se evita convertir el congelador en un cajón de sastre donde cada paquete se esparce de manera desorganizada.
La misma táctica se sigue con el pan o la bollería. Es preferible conocer con antelación qué cantidad se suele consumir para dividir lo restante de estos productos en varias porciones individuales porque si se descongela el trozo completo con toda probabilidad se desperdiciará comida.
Un buen consejo es conocer los supermercados y tiendas que ofrecen la posibilidad de comprar a peso, lo que facilita ingerir verduras y hortalizas con habitualidad y sin necesidad de tirar la mitad a la basura.
Compra semanal
Muchos optan por hacer una única compra semanal. En este caso, es recomendable colocar los productos perecederos más a mano para recordar que están en la despensa y procurar consumirlos en primer lugar. Ocurre igual con las bolsas de verduras y frutas a granel, que resultan más baratas pero si no se utilizan en primer lugar pueden resultar más caras por la cantidad que desperdiciamos.
Por último, las carnes a comprar deben ser fáciles de trocear y dividir para poder cocinar solo la ración para una persona y congelar el resto para posteriores comidas. Y nunca olvidar los huevos, que pueden solucionar una comida en cualquier situación.